miércoles, 24 de abril de 2013

Una casa con vista...a la autopista





Recientemente le describía a unas amistades que creo que ahora mi genero favorito como espectador- y en el cual como creador también me gustaría reincidir mas- es la "comedia de desesperación" entiéndase por eso como la comedia que nace de situaciones patéticas o desesperadas que a primera vista no resulten muy graciosas, pero que la valentía del creador/a que se decanta por reírse de la condición humana en vez de regodearse ante ella me fascina, por la complejidad del mismo meollo de reírse de lo que aparentemente no causa risa.

Vi la segunda película de la suiza Ursula Meier Sister en el pasado festival de cine europeo. Constantemente escuchaba de Meier que era una de las promesas mas solidas del nuevo cine europeo. Y aunque debo admitir que su  punto de partida me pareció muy refrescante y original- un muchachito de 12 años roba los equipos de esquí de los turistas extranjeros en un complejo deportivo enclavado en medio de los alpes suizos, y con eso mantiene a su hermana mayor y a él, la hermana solo mayor en términos cronológicos- la cinematografía de la gran Agnes Godard algo magistral- fotografiar una película entera bajo la nieve sabemos los cinéfilos que es acto valeroso- y las excelentes actuaciones de Lea Seydoux y del jovencísimo Kacey Mottet Klein excelentes, no me pareció en ningún momento que estaba ante la obra de una de las grandes cineastas del mundo ahora mismo, como tanto había leído cantar sus elogios- la vi también en la jornada del ultimo día y quizás eso afecto un poco mi comprensión, llevaba una semana viendo películas muy notables- Un mes después, gracias a una de esas noches fortuitas en que uno se encuentra navegando Netflix en busca de algo para ver, encontré la respuesta a mis preguntas. De Meier había visto Sister pero no Home su opera prima, mis dudas fueron disipadas. De mas esta decir que ahora que vi Home, aprecio mucho mas a Sister  que aunque no al mismo nivel, definitivamente apunta a Ursula Meier como un talento vital en el cine.



 Home puede ser probablemente la mejor "comedia desesperada" de los últimos años, y junto a La Ciénaga de Lucrecia Martel puede ser probablemente la mejor opera prima de la pasada década. Estrenada en 2008 y nada mas y nada menos que con Isabelle Huppert liderando el elenco- todo un lujo para una ópera prima y testimonio del gusto de la gran actriz francesa por los proyectos arriesgados- Home fue galardonada en varios festivales internacionales como Mar del Plata y fue la precandidata de ese año a los oscares por Suiza. Es fácil indagar porque no fue escogida para la competencia final.

Si el punto de partida de Sister  resulta algo desconcertante, el de Home entonces va mas allá de lo inusitado. Una típica familia “nuclear” compuesta por Marthe (Isabelle Huppert) y Michel (Olivier Gourmet) y sus tres hijos, Judith (Adelaide Heroux), Marion (Madeleine Budd) y Julien (Kacey Mottet Klein, en el primero de dos destacadísimos trabajos para Meier, y el chico tiene apenas 14 años) vive una feliz, digamos hasta “idílica” existencia en una casa que ubica al costado izquierdo de una autopista cerrada hace mas de 25 años en un país que nunca se menciona. La rutina familiar es una aparentemente desprovista de tensiones y que sugiere una armonía de temperamentos diametralmente opuestos de los diferentes miembros de la familia. Desde la secuencia inicial en que los vemos en la autopista vacía jugando hockey, la película valientemente nos presenta, algo que aparentemente ya se pensaba que no podía existir en el cine, aunque solo fuese en apariencia: una familia “feliz”. Marthe se dedica aparentemente a lavar ropa y a todas las tareas normales de una esposa pequeño burguesa. Michel trabaja y diariamente lo vemos sacar su carro del otro lado de la autopista y partir a su trabajo por un camino de tierra. En el interin también acerca a Marion y a Julien a la escuela. Judith que ya aparentemente paso la edad de escuela, pero no tiene nada mejor que hacer con su vida se dedica a tomar el sol afuera desplegando su muy atractiva anatomía. Julien presume con sus compañeros de escuela de tener el patio de juegos mas grande que cualquiera de sus amigos: una carretera entera.



Así transcurre todo mas o menos hasta que algo inesperado ocurre: la autopista cerrada por mas de dos décadas inesperadamente vuelve a abrirse. Nadie va a la casa a avisarles. Se enteran por la radio, alrededor de la mesa de la cocina como cualquier radioescucha. Pronto brigadas de trabajadores llegan a despejar el área, reponer las verjas tumbadas, devolver los objetos de la casa al enorme patio de la familia. En todas estas escenas no hay comunicación verbal entre los miembros de la familia y los trabajadores de la carretera. No hay comunicación oficial de parte de ninguna autoridad, no hay orden de desahucio evidente ni física. Meier con una envidiable maestría  gira lentamente el tono general del filme del absurdo surreal hasta la desesperación y la encrucijada familiar. Es obvio que la familia tendrá que mudarse de allí. La vida comienza a ser insoportable. Marthe no puede dormir de noche, Michel tiene que literalmente hacer maromas entre la congestión vehicular para llegar hasta su carro parqueado al otro lado de la autopista. Judith se vuelve obviamente un voyeurista objeto del deseo para todo hombre bellaco que transite la autopista. Marion se vuelve totalmente obsesionada con la contaminación ambiental que percibe a su alrededor debido a los miles de vehículos que transitan al lado de ellos todos los días. Julien, que se encuentra en la edad mas vulnerable, es el recipiente directo de todas las tensiones familiares que se acumulan.



Parecería que las cosas irían a desembocar para la familia que hemos aprendido a querer a lo largo del metraje en consecuencias irreversibles y terribles. Pero Meier no es ni Haneke ni Fassbinder ni Jorgos Lanthimos ni nada que se le parezca. Aunque las condiciones humanas extremistas que nos llevan a los impulsos mas descabellados le atraen de igual manera. Meier deviene en sus dos largometrajes- en Sister el elemento sorpresa también es crucial para el desarrollo del filme- una ternura y compasión hacia sus personajes que no es movida por ningún impulso sádico, sino mas bien por una percepción muy particular y contemplativa del comportamiento humano. Y lo increíble en Home es como Meier en ningún momento deja el humor a un lado. Puedo decir sin temor a equivocarme que en ningún momento durante la película deje de reírme, no se si es que como ya explique prefiero reírme del dolor ajeno que identificarme con el, pero Home  además de la mejor opera prima de años recientes, puede ser también la comedia mas divertida en reciente memoria. Claro está, comedia “extrema” valga la aclaración. Dice mucho de la dinámica puesta en escena de Meier, y de la fotografía de la gran Agnes Godard- espero que Meier no la suelte ni en las cuestas- el hecho de que como espectador probablemente nunca nos daremos cuenta en los 98 minutos de duración del filme que nunca nos movemos de la locación de la casa. Es la única realidad visual que vemos, no necesitamos que la acción se mueva al mundo que nos rodea alrededor, no hace falta.

Home además es un férreo comentario acerca de la percibida noción “moral” de lo que es la familia o los vínculos que pueden unirnos o desunirnos con seres queridos. Esta entrañable familia que ocupa el filme de Meier logran comprender- que quizá no aceptar- que por mas que quieran desconectarse de un mundo que les rodea, que les parece ajeno y en el que parecen no encajar es para bien o para mal el mundo en que les tocó vivir, un mundo tan vasto e incierto como un campo abierto, como la rasposa y cautivante voz de Nina Simone, como el rostro que oculta cien rostros de Isabelle Huppert. 



El mundo necesita mas filmes de Ursula Meier, así como necesita mas filmes de Jane Campion, Lucrecia Martel, Elaine May, Suzana Amaral, Sarah Polley, Marjane Satrapi, Chantal Akerman, Samira Makhmalbaff, Sally Potter, Kathryn Bigelow, Claire Denis, Catherine Breillat, Euzhan Palcy, Margarethe Von Trotta, Agnes Varda, Miranda July, Gilliam Armstrong, Kelly Reichardt, Julie Taymor, Antonia Bird, Allison Anders, Liv Ullmann, Lina Wertmuller, Susan Seidelman, Icíar Bollaín, Lynne Ramsay, Agniezszka Holland, Agnes Jaoui, Niki Caro, Lisa Cholodenko, Isabel Coixet, Debra Granik, Mary Harron, Barbara Kopple, Kasi Lemmons, Maiween, Maria De Medeiros, Deepa Mehta, Valeria Bruni-Tedischi, Valeria Sarmiento, Kimberly Peirce, Lynn Shelton, Julia Solomonoff, Samantha Taylor-Wood, Andrea Anold, Fina Torres, Marina De Van, Joan Chen, Paula Markovitch, Lone Scherfig, Susanne Bier, Nicole Holofcener, Rebeca Miller y tantas otras mujeres cineastas conocidas y desconocidas. La igualdad de género desgraciadamente, parece que aun tardara en llegar en el panorama cinematográfico. Aun así, mas mujeres directoras se tiran al ruedo de hacer cine con cada día mas frecuencia, y damos fe de que en las últimas dos décadas, muchas de las mas destacadas y originales propuestas del cine mundial tiene a una mujer a la cabeza. Que para bien sea, “wild is the wind….”

 

miércoles, 17 de abril de 2013

Los terribles errores del pasado en el que vivimos

¿Qué harías si fuera posible viajar en el tiempo? ¿Si pudieras regresar al pasado, lo harías? ¿Qué efectos podrían tener tus acciones pasadas en el presente? Existen muchos problemas filosóficos relacionados al concepto de viajar por el tiempo. Yo no soy filósofo, por lo que no pretendo elaborar en estos problemas. Si querías leer una análisis al respecto vete a Wikipedia. Créeme, te estoy haciendo un favor. Yo sólo masacraría el tema. Lo que sí me gustaría explorar es cómo se ha tratado el tema del viaje por el tiempo en tres películas relativamente recientes. Parece haber una relación inversamente proporcional entre el costo de una película y la calidad del producto final. Sólo hay que hacer una comparación, absolutamente para nada científica, de tres películas que han salido en la última década que tocan el tema de viajar al pasado y joderlo todo en el proceso. En orden inversamente cronológico, y curiosamente, de mayor a menor costo de producción: Looper (2012), de Rian Johnson; Los Cronocrímenes/Timecrimes (2007), de Nacho Vigalondo; y Primer (2004), de Shane Carruth.

La premisa básica de Looper es la siguiente: En el año 2074, el crímen organizado utiliza un método de desaparición de personas indeseables que involucra enviarlas 30 años al pasado, donde un asesino contratado espera para matarlas. Joe (Joseph Gordon-Levitt) y Seth (Paul Dano) son dos de éstos asesinos cuyos contratos permiten que vivan como realeza, hasta el momento en que la mafia decida que es necesario “cerrar el loop”, enviándolos 30 años al pasado para ser asesinados, posiblemente por ellos mismos.

Cuando se trata de historias en las cuales es posible viajar en el tiempo, es imposible evitar las paradojas. Sin embargo, un buen guionista y/o director debe saber jugar con los problemas causados por esto para evitar que la paradoja intervenga con el disfrute de la película. La audiencia ya tuvo que suspender la incredulidad para poder aceptar la premisa básica del viaje por el tiempo, por lo que es importante no abusar de ello. Aunque entretenida, Looper subestima la inteligencia de su audiencia al optar por obviar una paradoja fundamental y permitir que acciones en el pasado ocurriesen que imposibilitarían que los personajes viajaran al pasado en primer lugar. Aunque éste sacrificio permitió que demostraran impresionantes efectos visuales, en especial en una escena donde Seth viejo (Frank Brennan) empieza a perder partes de su cuerpo delante de la cámara porque la mafia está torturando a Seth joven como castigo por permitir que Seth viejo escapara cuando era su turno de “cerrar el loop”, también demostraron una falta de creatividad al no encontrar una mejor forma de respetar los problemas de la paradoja. De cierta forma, Looper podría ser considerada no tanto una película de ciencia ficción, sino un action thriller en un contexto futurístico. Parece que con $26,000,000, sólo les dio el budget para pagarle al estudio de CGI, y no sobró suficiente para pagarle al guionista.

En Los Cronocrímenes, con un budget más humilde de $2,600,000, Vigalongo no pierde su tiempo con CGI, y es más fiel al género al entrar de forma más profunda en los problemas causados por el concepto del viaje por el tiempo como tal. Cuando el viaje accidental de Héctor (Karra Elejalde) al pasado causa una serie de eventos serios e irreparables, éste decide volver a viajar al pasado para tratar de corregirlo, sólo para empeorar el asunto. El problema principal que Los Cronocrímenes no logra resolver es que en muchas ocasiones, las acciones de Héctor, ya presenciadas desde lejos por un Héctor previo sin saber que fue él mismo quien las realizó, parecen ser premeditadas, aunque sólo pudieron ser influenciados por la memoria ambigua de haberlo visto antes desde la perspectiva de una tercera persona. Todo parece caer en su lugar de una forma demasiado conveniente para ser creíble.

Esto contrasta enormemente con Primer, el espectacular debut fílmico de Shane Carruth. En Primer, los ingenieros Aaron (Carruth), y Abe (David Sullivan), casi por accidente, construyen una máquina que les permite viajar al pasado. Muy conscientes del peligro involucrado, hacen todo lo posible por no interactuar con nadie en el pasado, para así evitar ruptura con la línea de tiempo original. Al darse cuenta que, por más que trataran, su presencia en el pasado provocó cambios, regresan al pasado para intentar revertir el daño causado. Sin embargo, la tentación demuestra ser más poderosa que el temor, y empiezan a utilizar su conocimiento del futuro, como, por ejemplo, el precio de las acciones en el mercado de valores, para obtener ganancias materiales en el futuro. Una vez curados del miedo de los efectos perjudiciales de actuar en el pasado para manipular el futuro, empiezan a desconfiarse entre sí al darse cuenta que cada cual ha estado viajando al pasado a espaldas del otro, causando cambios que le permiten obtener poder y ventaja material sobre el otro. Con un budget de sólo $7,000, Carruth, quien tiene un bachillerato en matemáticas, tampoco pierde su tiempo con CGI, sino que aprovecha cada dólar al máximo al utilizar su conocimiento y experiencia de haber trabajado como ingeniero de software para crear un mundo creíble en el cual se problematiza el efecto que tendría viajar al pasado, creando una multiplicidad de líneas temporales y absorbiendo a la audiencia en la misma confusión y sentido de caos que provocaría estar en tal situación.

Muchos estudios de producción de cine operan bajo la premisa que un mundo de ciencia ficción creíble requiere de grandes efectos visuales para construir un mundo lejano pero familiar, lo cual resulta ser sumamente costoso producir. Con menos dinero, es imposible distraerse con los efectos, y se puede enfocar el trabajo en desarrollar las ideas a través del guión. Al igual que hizo Aronofsky con Pi (1998), Carruth demuestra con Primer, una vez más, que no es necesario mucho dinero para hacer un buen filme de ciencia ficción, incluso, al contrario, tener mucho dinero puede resultar perjudicial para el producto final.