miércoles, 5 de octubre de 2011

14 de octubre de 1999

       En el pueblito remoto de Golaj en la Albania de la más inmediata posguerra en 1949, un niño de algunos 10 años, Jorgalim (Mastros Dovros) tira una piedra al horizonte, señala con la mano a algo o alguien fuera de cámara, y de un tirón devora un roedor- no logramos especificar cual- del suelo para luego vertir su sangre por todo su cuerpo.
     Así arranca uno de los filmes más osados en construcción narrativa de los últimos años "10/14/99" de Valentina Palecki, joven realizadora polaca que realiza su segundo largometraje osado, caleidoscópico y multicultural. Para añadir a eso la coproducción es de Polonia, Alemania, Francia y República Checa-. Palecki decide dar un vistazo a tiempos claves de los pueblos y culturas que la rodean más que a la suya propia: Golaj, Albania en 1949, Nitra en Checoslovaquia en 1967 y Dusseldorff en la Alemania de 1976. La decisión de los años en que Palecki sitúa la acción, sin aparente conexión numérica los unos con los otros, parecería arbitraria en un principio. Pero se torna como una decisión metafísica y cíclica. Las tres historias tienen un nexo más bien de ciencia ficción- Paleki juega con los universos paralelos como Cronenberg vía Fassbinder- una carta sellada que encuentran, en los tres destinos en épocas diferentes, los personajes protagonistas de cada relato. La carta lee "14 de octubre de 1999" y dos líneas más abajo "Dublin, Irlanda".


     En Golaj, Albania el recipiente de la carta es el ya mencionado Jorgalim quien otro día en que juega en el suelo a buscar roedores encuentra la carta tirada entre el polvo debajo de la casa de madera que comparte con sus padres, Niem (Krumi Xovtre) y Karkashia (Petagona Ptien). La carta rápidamente se vuelve objeto de curiosidad, debido a lo remoto de su ubicación en ese pueblo al que no llega correspondencia. La vida cotidiana de la familia es alterada por este evento y se embarcan en una carreta sobre un burro por caminos muertos y recónditos en búsqueda de quien pudiese haber enviado la carta. En el camino aprovechan para visitar en una aldea distante a una hechicera (Nadja Kumadieci) que podría curar la obsesión de Jorgalim por comer roedores.


     En Nitra la recipiente es Nitra (Svetlana Palermo) - nombrada por sus abuelos nacionalistas como su ciudad natal- Ella es una jovencita de 15 años en plena crisis post-pubertad que vive junto a sus abuelos (Jarca Pulima y Zxovac Yetros). Sus padres (Alberc Mamfried y Dorcas Pallmallus) están presentes en la vida de la adolescente pero como figuras marginales. El padre, hombre de negocios que ha dedicado su vida a forjar intereses con grandes corporaciones multinacionales, casi siempre se encuentra en el extranjero, un espíritu que contrasta con el sentimiento nacionalista y fervientemente anticapitalista de los abuelos de Nitra. La joven entonces pasa su turbulenta adolescencia por un lado rodeada del estricto mundo de sus abuelos y por otro respondiendo a las "tentaciones" cosmopolitas de la época. Sus mejores amigas, Jaroslava y Jarka (Pulima Zjen y Georgia Kumdur) se visten a la usanza de las revistas de la moda y la misma Nitra desea ser como su heroína Dusty Springfield a la vez que sueña con George Harrison- la escena en que Nitra y sus amigas se arrebatan al son de "Love You To" sola vale la película. Esta sección es sin duda la más lograda e impactante del filme en donde Palecki parece acercarse más a su esencia como escritora/realizadora- no nos extrañan los guiños autobiográficos de la propia Palecki en Nitra así como su romantización idealista de los años 60 y los choques ideológicos que los marcaron como época trascendental en la historia de la humanidad. Palecki nace en 1972- además de revelarnos a la estupenda Svetlana Palermo quien merece el más rotundo de los aplausos por enfrentarse con picardía y arrojo- y con su juventud, 17 años- a uno de los personajes femeninos más complejos del cine de los últimos años. No hay más que considerar, por ejemplo, la escena en que Nitra después de espiar a sus abuelos - aparentemente asexuales- teniendo sexo de manera violenta y sádica y como acto tanto de rebeldía sexual como de rebeldía doméstica se va a su cuarto, se encierra y comienza a masturbarse imitando las posiciones que acababa de ver. Mientras se masturba suena fuertemente en la banda sonora la versión de Dusty Springfield de "Wishin' and Hopin" que se entremezcla con los gritos orgásmicos de Nitra quien extasiada grita nombres masculinos anglosajones ("Theodore", "Patrick", "Stuart").


     El tercer recipiente es Kristof (Ulrich Winkler), un inmigrante polaco de 26 años en la Dusseldorf de 1976. Recién llegado a la ciudad y sin encontrar empleo de conserje- lo que da pie a unas muy jocosas secuencias-, es reclutado por un hampón de poca monta (Rudolf Patrick) para realizar una serie de asesinatos en la ciudad por dinero. Luego de un violento enfrentamiento con una de sus víctimas, Kristof encuentra en el bolsillo de ésta la carta sellada. Lo que seguirá será una serie de encuentros violentos por diferentes rincones de la ciudad- siempre de noche, Palecki se niega a retratar a Dusseldorf de día- extremadamente bien coreografiados con una cámara que alterna entre tiros rápidos y tracking shots extendidos cortesía del cada vez más destacado director de fotografía Karlo Woolf. La más destacada escena de esta sección del filme envuelve una persecución por el metro de Dusseldorf con la canción "Radioactivity" de Kraftwerk de fondo- sí, ya lo saben, ésta es una banda sonora que hay que tener- y en ese sentido Palecki podría ser la Scorsese o la Wenders del cine del siglo XXI.

     Se trata entonces de un filme muy ambicioso en su metraje- 164 minutos- y en su construcción. Contrario a muchos filmes "episódicos", en éste las historias constantemente se entrelazan y mezclan en vez de presentarse por separadas y nunca aburre por su excelente construcción narrativo/estética. Por un lado, el contraste entre los tres episodios se da en la narración: la historia de Albania oscila de cuento folklórico de horror a fantasía surreal, la de Nitra entre el camp, el melodrama y la psicodelia, y la de Dusseldorf como una metropolitana saga de intrigas. Por otro, Palecki y Woolf emplean tres paletas pictóricas distintas para cada historia: blanco y negro clásico para Golaj, Albania, 1949, colores saturados y chillones para Nitra, Checoslovaquia, 1967 y color desaturado y granoso de tonos azules oscuros y grises para Dusseldorf, Alemania, 1976. En cada sección encontramos también referentes cinematográficos bien definidos, Bela Tarr y Kusturica para la sección de Albania, Sirk, Todd Haynes y hasta los Coen en la sección de Nitra, Kaurismaki, Jarmusch, Fassbinder y John Woo para la sección de Dusseldorf. Palecki demuestra no solo un dominio rotundo del medio cinematográfico, sino también un conocimiento casi enciclopédico. Por eso el cinéfilo empedernido encontrará guiños a los cineastas mencionados y a otros más en prácticamente todas las escenas del filme. 

     Al final, "10/14/99" acaba con un epílogo que resulta muy reiterativo y que intenta unir las historias de forma demasiado lógica y limpia. En la coda del filme se presenta el encuentro de los tres personajes principales en la fecha y lugar acordado. Y se nos antoja como un detalle interesante el saber el desenlace de dicho encuentro, pero no como algo imprescindible o necesario. Al menos no para los que nos gusta que el cine nos deje preguntas e inquietudes sin responder. Pero sin ese epílogo, sin duda, "10/14/99" es una de las películas más arriesgadas, interesantes y vitales del panorama del cine mundial últimamente.

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