Al encontrarme ante una obra de tan pocos aciertos y con tantos fallos en tantos aspectos, se me hace difícil ver la hendidura por cual debo dar paso a la luz que ilumine la caverna de esta reseña. Quizás deba comenzar por uno de fallos que comparte con todas las obras de la más reciente camada de películas puertorriqueñas: el guión. Si bien hay un intento de reflejar una de las realidades de Puerto Rico, el guión de esta película lo hace a través del uso de los clichés del cine norteamericano y una estructura clásica en tres actos, con un débil protagonista que si bien por momentos denota un intento de parte del guionista de darle matices (una dimensionalidad forzada), también mostraba una inconsistencia en su construcción. Por ejemplo, el personaje de Yankee en un principio muestra un deseo de cantar reggaetón, es decir, se le da un objetivo dentro de ese contexto en el que se mueve como llevado por la corriente; pero en otro punto del filme, cambia de opinión como si el guionista, y el personaje, hubiesen olvidado de ese objetivo. Si bien éste sería un primer objetivo, luego lo veríamos con otro. Edgar más adelante en el film, quiere salir de la vida de violencia que lleva, lo cual le da ya un poco más de coherencia. Este personaje parece ser una contradicción en sí mismo. Según el trasfondo que se le da, se habla de Edgar como un muchacho bueno, con una madre buena a la que incluso ha respetado siempre; junto a ella, otros personajes refuerzan esta idea, y Edgar se muestra noble la mayor parte del filme. En otras palabras este personaje es demasiado bueno para ser el "bichote" del caserío. Al menos, posee una bondad que sólo me hace pensar que está construido únicamente para caerle bien al público y no para ser verosímil. Y me pregunto: ¿Existen personas así en la vida real, en Llorens, en Capetillo, en Barrio Obrero, o es solo un ideal, un personaje recortado a los deseo del mismo Yankee?
Edgar es una caricatura. Hubiese sido más interesante y creativo que este personaje fuese "mala hierba" en un comienzo y que fuese cambiando en el mismo desarrollo de la película, lo cual es una característica esencial de la dramaturgia moderna. Claro, esto hubiese representado una complicación mayor al guionista. En la gran mayoría, los personajes son bidimensionales, son planos, sobre todo el "Judas" de la película, y la misma hermana de Edgar. Ella es un personaje que está creado desde un principio para que tenga un porqué la escena del clímax: la pelea. Se ella depende el deus ex machina. De otra manera no tiene ningún pito que pitar, y no representa ninguna aportación real a la historia. Este personaje femenino presenta de una manera degradante a las mujeres que se degradan a sí mismas. Al final del segundo acto ella actúa de una manera tan forzada e incoherente, que lo único que hace es dejar al descubierto la incapacidad del guionista de crear un filme con una estructura y personajes lógicos, tridimensionales. Otro personaje disfuncional, es el personajes de la excelente modelo, pero pésima actriz, Katiria Soto, que funciona nada más para que el personaje de Daddy Yankee encuentre una justificación más -ciché- del cambio que quiere dar. Ella es un personaje completamente puesto; es necesario solo para que Yankee actúe de una determinada manera; no tiene fuerza ni posee las velas de su propio barco.
Talento de barrio estéticamente es un filme anémico. Su fotografía no traer ninguna aportación a la representación de crudeza a la que se quería llegar. Si el carácter de la realización era mimético e intenta calcar parámetros de las grandes industrias cinematográficas, del mainstream, al menos se hubiese hecho copia de películas bien realizadas como Ciudad de dios, o incluso, alguna de las obras de Iñárritu, cuya fotografía aboga por transmitir la austeridad de la geografía latinoamericana. No veo en Talento de barrio ningún intento por llegar un poco más allá de encontrar la correcta exposición y el raccord fotográfico entre planos. A esto se le puede sumar, la falta de dinamismo en la misma cámara.
El sonido, quizás dentro del aspecto técnico, es uno de los más desastrosos. Es una lástima que la sonidista sea una egresada de la EICTV, cuya cátedra de sonido es una de las mejores en cuanto a la enseñanza de esta técnica en Latinoamérica. En muchas escenas quedaba al descubierto el siniestro uso de sonidos de archivo. Por momentos el sonido de los disparos de las pistolas parecía más al estruendo de petardos, y el de petardos, a una lata de pepsicola abriéndose. Los puñetazos eran una cosa lamentable, eran opacas sombras de lo debían ser en realidad. El mal doblaje de algunas escenas muchas veces nos remitía al neorrealismo italiano y su mala sincronización sonora, pero no es algo que estuviese hecho adrede. En cuanto a la música de Talento de barrio, podemos escuchar varios temas de reggaetón necesarios para ambientar la historia y que de alguna manera hablan de Edgar. Pero su música extradiegética emerge como una suma de compases que reúne décadas de clichés musicales norteamericanos. No hay nada nuevo, nada inteligente.
Aún así hay algunos aspectos positivos en este filme, como por ejemplo, los logros interesantes que se obtuvieron con la utilización de no-actores. Con ellos creo que si se pudo captar cierta espontaneidad, y en muchos momentos se sentían reales, mucho más reales que los resultados obtenidos de la mayoría de los actores profesionales de la película. El trabajo de Katiria y la actriz que interpreta a la hermana de Edgar, dejaron mucho que desear. Incluso, el mismo Yankee lo hizo mejor. Excepto cuando, se encontraba ante grandes exigencias dramáticas.
Siento que Talento de barrio es más que todo, un producto de la misma la industria de reggaetón, la cual pretende más que desarrollar la incipiente industria cinematográfica puertorriqueña, alimentar a los peces gordos de su mercado de música. La película es puro marketing, el aprovechamiento de una figura como Daddy Yankee que ya goza de una gran popularidad y que intenta aumentarla aun más con esta película.
Sí, las películas se hacen para un público y el público está respondiendo a ésta. Es muy posible que Talento de barrio rompa records históricos en Puerto Rico, y que cree un nuevo precedente, que se vuelva el Titanic boricua, pero no establecerá para nada un nuevo paradigma estético dentro del cine nacional.
Es un fenómeno interesante el que se está dando con esta película. Cuando me encontraba en el cine no me sentí indiferente de las reacciones del público. De pronto, la proyección se volvió un performance, se dio una representación más efectiva de la realidad que se quería esbozar con la película detrás de mí, junto a mí, a mi alrededor; todos respondían, reaccionaban al unísono a esta obra. Estaba entonces entre un espejo distorsionado y mal obrado de una realidad, el público que se veía, que sonreía, se reía, se encabronaba y se conmovía con la historia de una manera en la que yo no podía por encontrar un producto tan fallido. La proyección me habló mucho y muy mal del espectador puertorriqueño, de lo mal formado que esta, de su mala educación dentro del séptimo arte. ¿Cómo era posible que les gustara una película como esa? Aunque quizás era yo el errado porque la película no me representaba, pero si intentaba reflejar al público que me acompañó esa noche. Sí, quizás el equivocado era yo y la película es buena, al menos para las grandes masas.
Uno de los lemas, quizás el más extremista, que han abanderado el Nuevo movimiento de cine latinoamericano es: "un país sin imagen, es un país que no existe". Puerto Rico es un país que cuya imagen ha aparecido de pronto en las pasadas décadas como un espejismo intermitente que va y viene cada cierto tiempo. Si Talento de barrio y su público de alguna manera reflejan a Puerto Rico, estaremos hablando entonces de que nos encontramos ante un pueblo que necesita de la violencia. Y Talento de barrio entrega esta violencia a un pueblo que la pide como ante un gran coliseo. Tenemos violencia a nivel sonoro. No podemos olvidar que el reggaetón tiene implícito en sus pentagramas la violencia de un sector de la población, que por momentos, cuando se siente amenazado, toma este género y lo usan para marcar su territorio como los perros hacen con su orín. Pero también este género representa para la gente lo que se plantea en la película: una salida, un punto de fuga de la misma violencia que se vive en algunos barrios de Puerto Rico. Entonces estamos ante una nueva interrogante: ¿qué tan bueno puede ser este escape que se plantea, si este representa a un individuo superficial, violento, que sigue rodeado de la ignorancia que lo hizo entrar en el mundo de las drogas? Un mundo que lo mata por formar parte de su pasado. La violencia está retratada de otras maneras en la película, como en sus diálogos, en los que abundaban las malas palabras. No estoy en contra de esta representación de la realidad, al contrario la favorezco y la encuentro auténtica al obedecer a estos círculos viciosos de la sociedad, pero lo que si encuentro decadente, es a la falta de costumbre del público a verse representado de esa manera. Cada palabra soez, desataba un coro de carcajadas pudorosas. Pero esto es solo un aspecto menor del espectáculo, lo lamentable realmente, era la cantidad de niños, de bebes que se encontraban aspirando toda esa suciedad en la sala del cine. ¿Cómo es posible que los padres de tantos niños lleven a sus críos a ver esa violencia? Quizás se deba a que la mayoría de esos padres de familia, no pasaban de los 20 años de edad. Me pregunto ahora, esta violencia será una respuesta al estado de incertidumbre nacional que abate a Puerto Rico desde que es colonia de los Estados Unidos. Será esta película una reacción mimética al estado colonial del Borinquén. Parece que sí, porque su estética responde a la estética del colonizador, incluso la imagen que se representa, es la imagen que tienen en Estados Unidos de los puertorriqueños y de la misma vida insular.
Talento de barrio me deja entonces con dos últimas preguntas: ¿se realizarán más obras fallidas como ésta, que apelen a un público que responde positivamente a ellas, que las apoya aunque no representen una crítica verdadera a la violencia, a la sociedad en la que se vive, o se realizarán obras distintas, hechas para un público pensante, activo, y que va más allá de la estética del colonizador? ¿Habrá entonces en el futuro un verdadero cine de raíces, de Puerto Rico, o uno que responda a imágenes prefabricadas por el Colonizador creadas por mercenarios que no les interesa un desarrollo puro y legítimo del cine como un verdadero arte?