miércoles, 11 de abril de 2012

El significado social del cine en Puerto Rico

Nuestra presentación en el día de hoy estaría incompleta si no intentáramos acercar este tema a la experiencia personal de cada uno de ustedes. El cine es un medio artístico popular, un espacio conocido y frecuentado por casi todos en algún momento de la vida, y nuestra relación con el cine a nivel físico y vivencial es casi tan importante como nuestra relación a las historias que se cuentan en sus pantallas.

Argumentaba el programador y distribuidor de cine latinoamericano Carlos Gutiérrez la importancia de que la crítica de cine sea menos como la crítica literaria que analiza un texto cerrado y más como la crítica de danza que intenta describir una experiencia viva. Cuando entendemos el cine como performance se amplían las posibilidades de significación de la pieza y a la vez asumimos una posición protagónica en la lectura de la misma.

El cine puede apreciarse como un escenario donde se exhiben idiosincracias y referentes culturales comunes. En algunos países el cine es un espacio donde incluso el gobierno reproduce su presencia a través de cortas intervenciones sobre la pantalla. En Myanmar, por ejemplo, la junta militar que rige el país exige unos minutos de la audiencia antes de cada película para proyectar una imagen de la bandera y tocar el himno nacional. En Tailandia, por otro lado, aún en salas de cine enormes, modernas y majestuosas se le pide a la audiencia que se ponga de pie antes de la película para rendir sus respetos al Rey, mientras un video corto, lleno de imágenes heróicas de su majestad, desfilan al ritmo de una canción en su honor.

Se podrían interpretar estas costumbres de maneras muy distintas, pero lo que me llama la atención por encima de toda otra consideración es la importancia que le dan estos gobiernos al cine, suficiente como para que los lleve a intervenirlos de alguna forma. ¿Será que la idea de una sala oscura donde se cuentan historias es intimidante? ¿Será que la audiencia cautiva que pobla las butacas es territorio perfecto para una dósis de patriotismo? ¿Será que antes de viajar a tierras y tiempos distantes se sienten en la necesidad de revolcar el orgullo patrio y recordarnos dónde estamos?

En cualquier caso, hay un reconocimiento del estado vulnerable en que se encuentra cualquiera que se sienta en una sala de cine, y lo fértil de este espacio. Si entendemos bien el argumento de Gutiérrez, entonces nuestra lectura de una película no debería limitarse a la imagen en sí, sino expandirse a incluír estas otras imágenes que aparecen en pantalla con antelación, al igual que los espectadores a nuestro alrededor y hasta el olor de la sala. Estos factores no sólo dejan su huella en la película sino que terminan definiendo nuestra relación personal a un medio artístico y su espacio de exhibición.

Hay sinúmeros ejemplos del significado social del cine en Puerto Rico y las circunstancias particulares de nuestra Isla que lo han definido. Se me ocurre mencionar como el ejemplo más directo la memoria colectiva de lo que algunos han tratado como el otro himno de Puerto Rico, la canción de Harris Paints que se presentó por lo que parecerían ahora décadas en los cines del país. A fuerza de repetición y persistencia, una pintura que pocos llegamos a comprar se convirtió en la creadora de un sentimiento de comunidad y ritual en centros comerciales alrededor de la isla.

Recientemente recordaba además un anuncio de Leche Fresca que se presentaba en el cine hace años. Había una secuencia de escenas genéricas, que nada tenían que ver con la leche, excepto en su fresquería, que no se debe confundir con frescura pero quizás esa confusión era precisamente el punto. Luego de ver una pareja bailando, unos niños brincoteando, muchachos exhibiendo moyeros y un muchacho que le abre el locker a una muchacha con un golpetazo, aparecía una parejita de adolescentes que lograban atar para muchos el amor y el cine, y por consiguiente amor por el cine. Tienen que haber personas aquí que la recuerden. El muchacho bostezaba de manera exagerada y lograba colocar su brazo encima del hombro de la muchacha que tenía al lado, y punto seguido la muchacha se reía nerviosa y el galán celebraba con un “YES!” triunfante. Esta fue probablemente la primera idea que me hice yo del cine como espacio; un lugar íntimo, a donde cada uno traía su historia, y donde cada uno hacía de las suyas una vez se apagaban las luces.

Frente a la falta de opciones de espacios seguros para compartir, el cine ha sido –desde los drive-ins hasta los centros comerciales- el sitio predilecto para parejitas jóvenes, en particular los adolescentes que pueden convencer a sus padres de que los dejen ir solos a pocos otros lugares. Entonces el pretexto de una película, de una historia, una aventura o una exploración compartida, se vuelve la excusa perfecta para estar juntos en una sala oscura.

Digo todo esto porque me parece que estas experiencias compartidas y ritualizadas son escenciales para desarrollar un apego al cine, como espacio de encuentro y como forma artística, que a fin de cuenta se viven juntas. La mayoría de los que hacemos y hablamos de cine podemos recordar todavía esas experiencias de la infancia porque nos ataron sentimentalmente de alguna manera a este formato artístico, y lo único que hicieron los años fue obligarnos a tomarlo más en serio, a buscar y esperar más de las películas que viéramos, logrando develar las capas de significado que esconde toda buena pieza.

Cinecero es un blog que intenta articular todas estas ideas “más serias” que nos provoca el cine luego de años de exploración y de análisis. Existe porque al ver una película o al tener una experiencia particular en el cine sentimos la necesidad de describir ese momento, de compartirlo y de profundizar sobre todo lo que evoca en nosotros como espectadores. Sin embargo, la plataforma misma del blog, que no requiere de presupuesto ni de grandes conocimientos tecnológicos para existir, implica una accesibilidad y una inmediatez con el lector que tiene mucho que ver con el medio cinemático que discute. A fin de cuentas se trata de ver una película o de tener una experiencia particular en el cine y sentir una urgencia por organizar todas las ideas que desencadena en nosotros.

Esto es algo que hacemos todos, todo el tiempo. Contar y recontar las historias que hemos visto en el cine, añadiendo nuestras preguntas u opiniones como filtro para ir entendiendo mejor qué significó todo, o cualés fueron las intenciones de los creadores, o qué tiene que ver esa película con nosotros. El cine es un medio que constantemente nos obliga a esto, a la conversación y al análisis, en voz alta y en dónde sea, para aprovechar el hecho de que es una experiencia comun y accesible. Lo que estamos haciendo en Cinecero es complejizar un poco el análisis, el debate y la opinión, colocarlo en un espacio donde pueda remojarse y crecer al ser leído por otros, al recoger sus reacciones en nuestros comentarios o simplemente con el pasar del tiempo. A esta conversación quedan todos ustedes invitados, para que lean nuestras palabras y las conecten a sus propias experiencias, a sus propios encuentros con el cine. Así las historias que vemos en pantalla puedan trascender, y ser ideas vivas que se acomodan a quienes somos y cómo vemos el mundo.

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