¿Con cuántas cucharadas de azúcar te gustan las limonadas? A mí con cero; no me gusta endulzar las cosas: si algo me raspa, me pongo cremita después, y si me pica, me rasco...pero yo soy una charra. Ahora bien: ¿alguna vez un sorbito de jugo de limón te ha sabido a indignación? Pues ve "Los limoneros" y me llamas.
Dirigida por Eran Riklis y protagonizada por Hiam Abbass, "Los limoneros" es un trago amargo rico. Es un mejunge de nostalgia ajena, desmoralizamiento y resistencia, con toques de caricias de mami cuando estás enferma; un conflicto de géneros y fronteras; una disputa de poderes inventados; una historia de amor imposible; una visión de lo que se puede ser y hacer cuando se saca la cabeza de debajo del agua emposada, y se respira el aire fresco.
Aquí la sinopsis, pa' que no piensen que na' más me gusta yuxtaponer adjetivos incombinables...
Salma, Hiam Abbass, vive en Cisjordania, justo en la frontera con Israel. Vive de cultivar y vender limones en el terrenito que heredó de su padre. Como si ser viuda y madre soltera no fuera suficiente jaleo, un día cualquiera llega el Ministro de Defensa de Israel, Doron Tavory, y se convierte en su vecino -éste vive en el lado judío, por supesto-. La primera gestión del nuevo vecino no es pedirle azuquita pa'l café, sino declarar los limoneros de Salma amenazas contra la seguridad nacional: "hay que cortarlos de raíz", supongo que es la traducción del hebreo.
Tan invasiva y abusiva es la gestión del Ministro de quitar los árboles, que hasta la mujer de éste, Rona Lipaz-Michael, se pone en el banquillo del equipo de Salma; CNN (según la peli) se ocupa de difundir el problema a nivel internacional; y los mismos soldados que vigilan a los limones, lloran de vez en cuando cuando los ven morir por falta de atenciones (¡y una llora con ellos también!)
Y claro que Salma es una mujer de armas tomar, por eso decide defender su plantación hasta llegar al Tribunal Supremo israelí (acción impensable para un palestino masculino hecho y derecho, imagínense para un ser que tiene vagina...más aún cuando de defender limones se trata). Para que su caso agrio y reinvindicativo tenga pepa, y para que las nenas gocemos más viendo la peli, Salma recurre a un abogado palestino, guapísimo, con quien obviamente se enreda (oye, que si hubiera sido sana la relación, nos hubiera gustado un poco menos la peli) y gracias a quien ella descubre que vivir está cool; que no sólo en el mar la vida es más sabrosa...pero sobre todo comprende que la autoridad es una invención estúpida, un mito urbano, y debe ser derrocada (¡y podemos sacarle el dedo también!).
Bueno que al final la película es buena y se da en un contexto histórico anormalmente perfecto: la represión desmesurada, injusta y salvaje del Ejército israelí contra Palestina. Que sí, pienso que la deben ver, así la próxima vez que se chupen un "lime frozen yogurt" se les quedará el sabor amargo de la indignación en los labios... a ver si así alzamos la voz.