miércoles, 18 de septiembre de 2013

50 años de desprecio

50 años han pasado desde que Jean-Luc Godard nos enseño las estupendas nalgas de Brigitte Bardot en Contempt. En una escena post coito y como introducción, una Bardot desnuda le pregunta a Michel Piccoli, su marido en la historia, si ama sus nalgas, sus muslos, sus tetas, sus pezones y boca. Piccoli responde afirmativamente a todas las preguntas (¿quien no?), la ama completa y trágicamente. El Film Forum le acaba de dedicar dos semanas de proyección restaurada a este filme clásico. Los cinéfilos hemos vuelto a hacer fila y regresamos otra vez a los cuestionamientos de la Bardot.

Contempt es lo más cercano a un filme comercial en la obtusa y erudita carrera del cineasta francés. En 1963 en plena popularidad “nouvelle vague” Godard se dio a la tarea de filmar en cinemascope su primera producción internacional con un elenco de estrellas.

La película esta basada en la exitosa novela homónima del escritor italiano Alberto Moravia. Hay que hacer la salvedad que aunque fiel al argumento, Godard sustituye la indagación psicológica de Moravia por un análisis meta cinematográfico. Si Contempt va de algo no es tanto de cómo se pierden los lazos de amor sino de cómo se filma una película de este tipo. Estipulado esta desde el principio: el primer plano de la película es un encuadre fijo del cinematógrafo Raoul Coutard trepado en un dolly mientras sigue a una de las actrices.

Es el juego del filme dentro del filme lo que privilegia Godard con el pretexto de contar el desaliento amoroso de la pareja. Dos historias corren paralelas. Por un lado la degradación artística ocasionada por el cine comercial y por otro, la de un hombre mediocre con un fallo de masculinidad. Ambas son importantes y están entrelazadas pero en definitiva la historia sobre el cine sale victoriosa.
Jean-Luc supo muy bien adaptar el material del relato (un escritor contratado para re-escribir una adaptación más comercial de La odisea) para describir los tormentos suyos al enfrentarse a los magnates de la producción Joseph E. Levine y Carlo Ponti. En la película un odioso productor americano, interpretado genialmente por Jack Palance, se inmiscuye en la decisiones del cineasta Fritz Lang (haciendo de sí mismo) con tal de trivializar el clásico de Homero. A la vez, urde un plan de seducción para robarle la mujer al guionista.

En la ficticia producción (espejo de la misma película de Godard) las acciones del productor son inescrupulosas y afectan el bienestar de todo el crew. Por su parte el autor Lang, con paciencia Zen, debe aguantar los antojos de último momento tratando de mantener su visión filosófico-poética de la obra. En otras palabras Lang=Godard. Los roles están bien establecidos en esta dinámica. Es quizás Paul, el guionista, quien no sabe ajustarse a la filmación ni cumplir con lo que se espera de él como escritor y esposo. Profesional e íntimamente Paul termina siendo pisoteado por la industria. Tanto su guiso de guionista como su matrimonio se viene abajo. Paul no logra entender la visión de Lang ya que se adhiere a la versión del productor más cercana a lo que esta viviendo con su esposa. Sin encontrar su propia motivación en el proyecto no logra escribir. Camille no sólo le reclama su incapacidad de protegerla del avance sexual del productor, sino también su falta de aplomo a la hora de escribir o elegir su postura artística. Esas parecen ser las claves de su desprecio. Sin darse cuenta Paul comete un suicidio artístico y amoroso.
Interesantemente ficción y realidad se juntaron. En la ficción el destino libera a Fritz Lang del productor y del inseguro guionista pudiendo filmar sin obstáculos su versión de la historia. Mientras Godard en la realidad, a pesar de la maquinaria comercial, terminó con una de las películas más logradas de la época y de su carrera. ¿Amamos a Contempt? Creo que la respuesta general es afirmativa, por algo se sigue revisitando y celebrando incluso si es por razones que en su momento mortificaron a Godard. Veamos:

Factor #1 Brigitte Bardot

Aunque en el cénit de su popularidad como sex symbol, Bardot logró bajo la dirección de un reticente Godard encarnar a una Camille de fiereza interna y matices. Godard quién no la quería desnuda en la película tuvo que aceptar el deseo de los productores logrando con las escenas de desnudos un balance de erotismo intelectual pocas veces igualado en el cine. La rubia se alejó de la interpretación simplista “trophy wife” que muchos hubieran instigado. Por los distintos niveles de ansiedad matrimonial que Bardot logra articular, entendemos la psicología compleja que comunica el texto de Moravia y que Jean Luc trató de extirpar. El intercambio resultó excelente: una actriz de las masas le dio visibilidad a una película difícil y dura y la película a su vez le demostró al público que Bardot podía cargar una trama seria.

Factor #2 Cinesmascope
A pesar que Godard detestaba la idea de tener que filmar en el apoteósico cinemascope, la hermosa fotografía de Coutard, en contraste con la intimidad de la historia es uno de los mayores logros del filme. El brillo de los colores en los decorados, el baile de los actores con la cámara y la vastedad de los paisajes soleados de Capri son puro placer estético en pantalla grande. La visual es en todo momento evocadora y funciona como contraparte a lo hermético de los sentimientos. Una película como The Master de Paul Thomas Anderson, por ejemplo, le debe todo a este estilo fílmico. Así mismo, las contantes tomas abiertas en dolly se volvieron a partir de esta película en marcas de la firma Godard.

Factor #3 La novela/el guión
Reconocido por masacrar libros y usarlos como le da la cabrona gana, Godard se mantiene fiel a la novela de Moravia contando el colapso matrimonial de Paul y Camille de principio a fin. Acostumbrado a filmar sobre la marcha y con abundante improvisación, es una de las pocas películas de este director que contó con un guión desde el principio. Probablemente por esta misma razón es su película con mayor cohesión. Las características de su cine más conceptual ya están aquí: las citas a filósofos y poetas, los personajes leyendo de libros o los comentarios sobre teoría del cine. Sin embargo en Contempt están orgánicamente integradas a la trama. Otro logro de este guión es la escena de la discusión de la pareja que se extiende por 32 minutos sin cambiar de espacio. Aunque exasperante estoy seguro que esta riesgosa secuencia sentó las bases para el trabajó de Bergman en Scenes from a Marriage, de Woody Allen en Husbands and Wives entre otras, o la más reciente Before Midnight de Richard Linklater.

Factor # 4: El multilingüismo
Para evitar que le doblaran la película Godard dejó a los actores hablar en sus idiomas de origen. Inglés, francés, italiano y alemán se entremezclan en todo momento y los subtítulos se utilizan cuando es necesario. Godard incluso incorporó exitosamente el personaje de la traductora de Jack Palance y Fritz Lang. El realismo idiomático es un elemento extrañamente reciente en el cine y de hecho poco utilizado o avalado por las productoras sean europeas o americanas. Usualmente el doblaje es el rey o la utilización de actores nacionales haciendo de extranjeros. En el mejor de los casos la utilización de frases o palabras sueltas en el idioma de afuera. Contempt esta super adelantada en el tiempo a este respecto y sigue siendo un modelo excelente de cómo trasladar al cine una experiencia lingüística globalizada.

Poder revisitar películas en pantalla grande es un privilegio de ciudades cosmopolitas y sus cinematecas. A menos que sea Star Wars la distribuidoras raras veces miran al pasado. Estoy consciente que ver Contempt de esta forma es prácticamente imposible en cualquier otro lugar que no sea Nueva York, pero quizás el re-escribir sobre estos clásicos es un pequeño paso para no olvidarlos y reclamar su importancia en nuestra común historia cultural.

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