miércoles, 11 de enero de 2012

Charlot y las máquinas: Notas acerca de Modern Times de Charles Chaplin

Charlot no leyó el Manifiesto Comunista de Karl Marx. La serie interminable de tuercas no lo deja leer, no lo deja respirar, ni pensar en nada elaborado. Sin embargo, es un rebelde a su pesar, aislado y arrítmico. Es un obrero insertado en la máquina, enajenado pero histérico, lo cual lo convierte en amenaza para la fábrica. El vagabundo rumia en fantasías tranquilas: sueña con el pan, el techo y la pequeña posibilidad de algún ocio; la máquina se trastorna por su mediocridad rítmica, su ataque de locura se convierte en revuelta.

Charles Chaplin en su autobiografía, menciona que la inspiración de la película Modern Times (1936), surgió a partir de una conversación con un periodista acerca de las fábricas en Detroit: “...me habló del sistema de fabricación en cadena...la horrible historia de una gran industria, que atraía a los mozos sanos de las granjas quienes después de cuatro o cinco años de realizar ese sistema en cadena acaban con los nervios deshechos... Utilicé una máquina para comer como aparato que permitía ahorrar tiempo, de modo tal que los trabajadores podían seguir trabajando durante la hora del almuerzo. La secuencia de la fábrica se resolvía sufriendo el vagabundo una depresión nerviosa”. (Chaplin, Charles. Mi Autobiografía. Madrid: Editorial Debate, 1993)


Charlot funciona como una versión inconsciente de ese proletario de la primera etapa que describe Marx, el que dirige sus ataques contra los instrumentos mismos de producción. Por supuesto, el vagabundo es inherentemente un ser extraviado y aislado, así que no podríamos pedir que la trama chaplinesca lleve al personaje a las siguientes etapas que describe Marx cuando el obrero organiza la lucha con los otros obreros de su fábrica, luego con los de la región y así sucesivamente.


Charlot esta perdido y despistado en el mundo moderno. El retrato que hace Chaplin es el de un sujeto que intenta sobrevivir a toda costa y que el simple hecho de realizar tal proeza lo lleva a ser un revoltoso dentro de una sociedad alarmantemente automatizada. En toda la película, Charlot no deja de enfrentarse al movimiento desenfrenado de distintos y variados mecanismos repetitivos. Su estabilidad residiría en por fin detenerse ya que sus aspiraciones se limitan a tener que comer y un lugar donde dormir. Es por esto que piensa que puede ser feliz en la cárcel. Charlot es el proletario anónimo al cual Marx intenta despertar, es pura fuerza de trabajo, pieza útil para la fábrica pero dispensable por demás.

“...el tema gira sobre los dos seres anónimos que intentan sobrevivir en los tiempos modernos. Se ven envueltos en el período de la depresión, en huelgas, en tumultos y en el paro.” (Ibid.)

Las circunstancias modernas que sufre Charlot y su compañera es por tanto las de la modernidad del obrero. Ambos personajes sueñan ilusamente con un bienestar burgués pero todas las circunstancias se lo impiden. El conflicto de Charlot como individuo de la modernidad se puede resumir con estas palabras de Marx: “El obrero moderno, lejos de elevarse con el progreso de la industria, desciende siempre más y más por debajo de las condiciones de vida de su propia clase. El trabajador cae en la miseria, y el pauperismo crece más rápidamente todavía que la población y la riqueza”. (Marx, Charles. Obras Escogidas I. Moscú: Editorial Progreso, 1973)

Sin embargo, por ser un personaje superviviente, inagotable y caótico- capaz de revertir cómicamente el orden- Charlot no cae en las desgracias del lumpem proletariado. Su heroísmo, irónicamente reside no en un activismo político, sino en enfrentarse obstinadamente- con una torpeza involuntaria pero afirmativa de su individualidad- con los sistemas laborales de la modernidad citadina e industrial.

Chaplin en una nota esperanzadora parece decir que, aunque la ciudad termina por expulsar de sus fauces al que no se adiestra y se sumerge en su circunvoluciones laborales, el camino del hombre es más vasto y portentoso que el que los tiempos modernos no hacen creer. Al final los personajes adelantan su marcha a las periferias desconocidas. Luego de ser engullido una y otra vez, Charlot apuesta por salirse de la máquina.

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