miércoles, 1 de agosto de 2012

El CINE ESPAÑOL Y SU GRAN DICTADOR



Lo que actualmente sucede en España, especialmente a la industria cinematográfica, puede recordarnos en muchos sentidos a una película de catástrofes como las de Roland Emmerich. Sin embargo, aquí no hay grandes naves espaciales enemigas, ni meteoritos amenazantes, ni una bestia terrible como Godzilla, sino un Mariano Rajoy. No hubo calendario maya que anunciara semejante vaticinio para el país. Éste se proclamó líder de la nación a la gobernación a través de miles de votantes que buscaban vengarse del gobierno socialista de Zapatero. Y llegó a La Moncloa con el mismo impulso del planeta Melancolía  y con la ferocidad del Alien de Scott, para acabar con buena parte de la industria cultural y cinematográfica.
Ya el cine no se encontraba en su mejor momento. Por ejemplo, si se compara la recaudación de lo que va de año, con la del año pasado a estas mismas alturas, se puede notar un descenso de un 12%.  Esto sin tomar en cuenta que el 2011 a su vez ya había bajado un 6.5% con respecto al 2010. Cada vez es más fácil hablar en voz alta en la salas de cine. Para qué susurrar si no hay más público, sobre todo en las salas especializadas en cine documental o de autor. Como era de esperarse, solo el cine de la gran industria cinematográfica norteamericana se ha mantenido en una situación estable. Los blockbuster siguen a flote. En cambio las películas españolas sí han sufrido grandes bajas.
Todo esto ha sido afectado, en gran parte, por la presencia de la piratería, un mercado negro cada vez más grande y más negro. Esto ya que la oferta en cartelera del cine autóctono no ofrece, a un público cada vez más sediento de sangre hollywoodense, obras que saciasen sus deseos. Y cuando una película española intenta ser Hollywood, se queda siempre corta y esto tampoco gusta. ¿Por qué nos vamos a engañar? El cine español no es profeta en su tierra; cultiva sus mayores éxitos en el extranjero, en países como Francia y Argentina. Debido a todo esto, no es tan sorprenderte enterarse que en los últimos dos meses en España se cerrasen veinte salas de cine. Y esto es solo el comienzo. Llegó la Liga de la Oscuridad con su respectivo Bane.    
Rajoy se alzó al poder montado en un carro de promesas que a medida que pasaba el tiempo, fue rompiendo, llegando al punto de hacer cosas que había jurado y perjurado no hacer. Esta contradicción es el comienzo de una avalancha nacional, y en términos más cinematográficos, fue el primer punto de giro en España. Mariano no es quien se creía. Sorpresa para todos los votantes. Rápidamente su política cambió y, al igual que con Zapatero, ésta fue el resultado de los intereses que existían en Bruselas y Alemania. Es decir que si Rajoy era Darth Vader, Merkel es Darth Sidious y a éste le toca obedecer.


Pronto comenzó a acatar órdenes -“porque no nos dejan elección”- y comenzó a recortar a diestra y siniestra. Nada se escapaba de sus tijeras, excepto los ricos. El Fondo de Protección Cinematografica bajó un 35%. De tener 76 millones de Euros, bajó a 49 millones. El otro tijerazo fue al Instituto de Cinematografia de España, al cual le bajó el presupuesto un 35.4%. De 109 millones de euros a 68. Piénsese esto no tanto en dinero, sino en menos proyectos, menos películas, menos oferta de cine español, lo que a la larga terminará significando más gente desempleada y más cine gringo. Es una cadena que sigue y sigue, y por lo visto, seguirá extendiéndose. Por ejemplo, si se compara el número de películas rodadas hasta a esta misma fecha el año pasado (74 peliculas) con la de este año (25 pelis, de las cuales la mayoría son cortometrajes), podemos inferir con facilidad que la tasa de desempleo en el sector audiovisual ha aumentado radicalmente.   
El gobierno intentó amortizar esto reescribiendo la ley de mecenazgo, con la cual se creaban exenciones tributarias a la industria privada si ésta apoyaba al cine. Pero esta ley nunca funcionó. Ciertamente porque la cultura de la subvención estaba muy arraigada, y en la industria privada siempre hubo cierta desconfianza con respecto al cine y a las artes. En resumen, es una acción inútil más del gobierno. A pesar de ella -y quizá por ella- hubo cierta unión dentro de la gente de la industria y se intentó echar palante. Pero hubo un nuevo punto de giro en esta historia: el Ivazo.
Ivazo: es el terminó coloquial que se usa para referirse al aumento de IVA: Impuesto sobre el Valor Aplicado. Esto equivale a dar un vergazo, un galletazo bien duro, en la economía del país.
Debido al Ivazo todo aumentará, todo. Entre muchas cosas y dentro de términos culturales, se afectará: la taquilla del cine, el teatro, los festivales, los eventos musicales y los museos privados. Ser “culto” será más que nunca cosa de burgueses. El aumento del IVA  pasa a ser de un 8% a un 21%. Originalmente se había hablado de solamente dos puntos, un 10%, pero Rajoy incumplió una vez más su promesa. Esta acción radical del presidente ha alarmado, y con razón, a todo el mundo: la prima de riesgo se disparó a un máximo histórico de 642 puntos, la bolsa española se pinto de rojo y la gente se lanzó a las calles a protestar. 
Ya se habla de la extinción del cine en España. A lo Darwing, solo sobrevivirán los más fuertes. El sector más indie del cine sucumbirá posiblemente. Este aumento en el IVA no puede ser absorbido por la industria cinematográfica, por lo tanto el muerto caerá sobre el espectador, el cual de por sí había dejado de asistir al cine. Ahora lo que invadirá las salas será el sonido de los grillos. El gran vaticinio que se rumorea oficialmente es que se cerraran un 70% de las salas en todo el país.
Con respecto al resto de Europa, España va a contracorriente de la política cultural de la eurozona. Tendrá el impuesto más alto sobre las actividades culturales de la región, donde el máximo porcentaje de impuestos siempre había sido de un 10%. Habrá que ir al cine en países como Suiza o Francia donde se pagan un IVA de 2% y 6%, respectivamente. Con respecto a Francia, un país más progresista, éste ha hecho todo lo contario que España. Incluso a llegado a invertir en la educación cinematográfica de los niños. En las escuelas primarias ya se les educa en lo que es el cine clásico. Y al llegar a la secundaria reciben clases de profesores especializados en la materia. Y hablamos de un país donde el presupuesto que el gobierno invierte en el cine es menor al de España, y donde funciona perfectamente la ley de mecenazgo, porque allí la industria privada recibe exenciones tributarias mayores a las que se proponen en España.
Los presidentes de las asociaciones más importantes del sector cinematográfico: Pedro Pérez, Presidente de la Asociación de Productores, Juan Ramón Gómez Fabra, líder de los exhibidores, y también el presidente de la Academia de Cine, Enrique González Macho, han intentado dialogar con el presidente con respecto a esto, con el argumento de que el aumento del IVA debería ser relativo a cada sector. Consideran que es totalmente desproporcionado. Pero no han podido establecer ningún tipo de comunicación con Rajoy. Como un avestruz, éste esconde la cabeza.
Todo parece indicar que el cine se convertirá en una actividad que podrá ser disfrutada solamente por banqueros, a los únicos que no afecta este aumento ni los recortes, y que incluso ha rescatado. Si la industria cinematográfica logra sobrevivir a los recortes y políticas asfixiantes, Mariano Rajoy se convertirá en un símbolo cinematográfico similar al que creara Tim Burton en su Edward Scissorhands. Y en la historia de España, la no oficial, pasará a ser recordado por muchos como el enemigo número uno de la cultura, del cine, un gobernante que al contrario del rey Midas, no convertía todo lo que tocaba en oro, si no lo contrario, en mierda. 


1 comentario:

Anónimo dijo...

Italia va por las mismas. Cinecitta ocupada.

http://cultura.elpais.com/cultura/2012/08/01/actualidad/1343850016_152467.html