miércoles, 19 de septiembre de 2012

Un top !0




"¿Cómo te atreves a poner una imagen de mi película si ni siquiera salgo en la lista?" - Robert Bresson
Mi lista prescinde de ciertas menciones ya antes presentadas por mis compañeros. Entre éstas: Godard, Reygadas, Resnais, los Marx... Mi único propósito es, desde luego, darle espacio a otros filmes que igualmente me “tocaron la fibra”. Por un momento pensé, lo admito, escribir cada uno de los episodios El Decálogo (1989) de Krzysztof Kieslowski, pero no la haré.  ;)

 Damnation (1988) – Béla Tarr
 “When you looked at me yesterday, I realized something. I realized that, between you and me and a world forever out of reach, there is a strange and empty tunnel. I don’t know anyone else who knows that road. You’re standing alone at the entrance to the tunnel because you know something I can’t even put a name on, something deeper and more ruthless than I can even understand. I realize that I can never get closer to that world. I can only long for it, because it is hidden by a light and warmth that I cannot bear. I have been able neither to believe in it nor to renounce it. Yesterday I realized I had made a fatal mistake. If I were to lose you, it would be the unforgivable end of me, because I know nothing about that unnamable world. Since you are part of it, you mean the world to me. That can never change. Please don’t repudiate me. Let me see you and I’ll do anything for you. Kick me, spit at me and I’ll return again and again for you to kick and spit at. Because you are right, you are ruthlessly right. And I really do love you.” 

Este monólogo lo conservo todavía copiado en alguna libreta… No es la mejor del maestro húngaro, pero fue la primera que vi. Las tomas largas y sus correspondientes planos secuencias convidan a la hipnosis, en este filme neo-noir sobre el lastre de la libertad y/o la pulsión del animal humano a encadenarse.

 The Long Goodbye (1973) – Robert Altman
Padre legítimo de The Big Lebowski (1998)… El genio intuitivo del iconoclasta Robert Altman; la osada y serpentina cinematografía de Vilmos Zsigmond; la lúdica banda sonora de John Williams, tan lejos de sus trabajos más conocidos; recrean una atmósfera donde el arquetípico pero ya anacrónico detective Philip Marlowe – caricaturizado por un Elliot Gould en claro contraste a la cara dura de Bogart –, es más víctima de la investigación que protagonista. La ciudad “noir” de Altman, vía la técnica “flashing” de Zsigmond, pierde sus habituales contrastes para volverse un borrascoso simulacro, un chiste donde el detective solo puede aspirar a jugar a la verdad, no a encontrarla. Pero como bien declara la juguetona muletilla de este Marlowe, “It’s okay with me.” 

 Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb (1963) – Stanley Kubrick
En un momento crítico de la llamada Guerra Fría, un temerario Kubrick, con la asistencia insuperable de Peter Sellers, invitó a los espectadores a reírse del patético pero inminente gesto apocalíptico de las superpotencias y, por ende, del fin del mundo. La infame secuencia final del filme es simultáneamente graciosa, horrible y hermosa. Cada vez que regreso a ella, me pregunto si yo también he aprendido a despreocuparme...

 Romance (1999)Catherine Breillat
 El eros, más allá de pequeñas muertes (y del glande de Rocco Siffredi), es escurridizo; surca la carne, lo sórdido, sólo para culminar – insatisfecho, claro – en la muerte amplia y fecunda.   

 Fitzcarraldo (1982)Werner Herzog
"¿Eso es un '!' en el título?"- Aki Kaurismaki
Si la memoria no me falla, en un momento dado de My Best Fiend (1999), documental de Werner Herzog sobre su relación con el volátil Klaus Kinski , el director alemán observa una emblemática fotografía del rodaje de Fitzcarraldo, en la cual aparece el barco cruzando por encima de la montaña. “Todavía no sé qué rayos significa esto”, o algo así comenta Herzog. Lo sublime permea el cine de Herzog, y en un sinnúmero de ocasiones, trasciende cualquier intento de apalabrarlo. 

Faces (1968) – John Cassavetes
Cassavetes es mi pastor; nada me faltará.

 Le Quatro Volte (2011) – Michelangelo Frammartino
Postulaba Pitágoras que el alma transmigra de un ente vivo a otro: lo mismo viaja de humano a animal, que de animal a vegetal, etc., y viceversa. Según lo que indica la sinopsis, de esta premisa parte el filme de Frammartino. Poco importa. Los cuatro tiempos que retrata el filme, dividido a su vez en cuatro capítulos cuya duración entera apenas acaricia los noventa minutos, son prueba fehaciente de que la vida no está “en otra parte”, como diría Rimbaud, sino en todo lo que nos rodea. Aquí no hay que recurrir a una metáfora fuera de la disciplina del cine para ensalzar la obra en cuestión – como en esas ocasiones donde nos permitimos comentarios como “esta película es música”, o algo por el estilo. Esto es cine. Cine y sólo cine; porque no hay otro arte ni otro medio que pueda replicar lo aquí logrado. 
    
Un año de trece lunas (1978) – Rainer Werner Fassbinder
Chemi González le da su merecido a Enrique González.
Sólo Fassbinder puede concebir una historia como esta. Y, cual Cuca Gómez - “yo lo fabrico, yo lo uso y yo se lo recomiendo” -, sólo Fassbinder puede, además, escribirla, dirigirla, filmarla y editarla (aunque esta última tarea la compartió con Juliane Lorenz). No cabe duda de que el prolífico director/guionista/dramaturgo/actor había alcanzado un dominio pleno del llamado séptimo arte para esta época. Resulta difícil destacar un ápice en la carrera de Fassbinder. Sin embargo, la historia de un hombre al borde de un ataque de nervios, que se cambia de sexo por un amor inconsecuente y sin correspondencia, consolida de manera excelente todas las preocupaciones estéticas, políticas y sociales que motivan su filmografía. “El amor es más frío que la muerte”.
El espíritu de la colmena (1973) – Victor Erice
 De pequeño recuerdo muchas películas que me sirvieron de remanso. Esto lo concibo muy distinto al cine como acto de escape. El cine como remanso ofrece un refugio, una fantasía; y en tanto fantasía, no ignora la “realidad”: la codifica y la incorpora.  La obsesión de la pequeña Ana (Ana Torrent) con Frankenstein, en ningún momento la protege de los vestigios de la Guerra Civil Española. 

The Blues According to Lightning Hopkins (1968) Les Blank. 

Les Blank abarca en 30 minutos lo que muchos documentales, parapetados en esa falacia del rigor histórico y de tener que explicarlo todo, no pueden decir en dos o más 
horas. Hay belleza en la idiosincrasia.


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