martes, 9 de diciembre de 2008

Ok, ahora algo bueno: Eco

*Aviso: Ya que este blog está cogiendo forma, debo advertir que la mayoría de mis intervenciones serán—a cuesta de los lectores, mala mía, pero paren cuando quieran, ¡es su derecho!—malos pretextos para hablar de mil temas que no necesariamente estén reflejados ni en los títulos ni en la(s) películas que mencione.*

Para muchos de los que llevamos siglos rehuyéndole a la televisión local y—por qué no decirlo—a los ya tradicionales especiales de navidad de Banco Popular, este domingo pasado fuimos testigos de una muy, muy grata sorpresa.

Eco—la propuesta de Rojo Chiringa para el especial navideño de este año—, lejos de otro reciclaje de música navideña, cantada por artistas igualmente reciclados o que no tienen un carajo que ver con Puerto Rico, resulta una alternativa fresca para el disfrute de toda la familia—aún cuando tu tía decida, durante el mismo, realizar un audio commentary en vivo o tus abuelos cruzar frente a la pantalla del televisor 23, 473 veces... (A beneficio de los que trabajaron en el proyecto puedo decir que, eventualmente, lograron acaparar la atención de mi familia—una proeza sin precedentes.)

El proyecto fílmico, dirigido por Israel Lugo y Gabriel Coss, cuenta la jornada fantasiosa de Andresito, quien logra detener el tiempo en medio de un ajetreado tapón, luego de acometer una malacrianza en contra de sus padres. Es un topos harto conocido, ¿no? Un niño, cual Alicia en su país maravilloso, decide escapar de la intolerable realidad que lo acorrala, navegar y asimilar su paradisíaca fantasía, para luego caer en la nostalgia y, finalmente, regresar—diría Kundera sobre la nostalgia que es “el sufrimiento causado por el deseo incumplido de regresar”. Un ligero rastreo de memoria es suficiente para concertar que, en efecto, este tipo de narrativas por tradición suelen ser historias del regreso (incumplido o no).

Sencillo, una gente con muchos juguetes y vestida raramente comienza por medio de pantomimas y títeres a dramatizar la historia de nuestro protagonista. (A lo largo de la trama intercalará la acción del personaje con la dramatización por parte de la gente-vestida-raramente). Andrés es un niño atrapado en un infernal tapón. Sus padres, desesperados por el interminable embotellamiento riqueño, le exigen de momento que practique su instrumento. El niño se niega, comienza a tocar el tiple como punko rabioso y le parte una cuerda. La tensión y el grito del niño paralizan el tiempo, literalmente. Por lo cual, desde la abundancia de carros, emprende un viaje campo adentro: allí encontrará con gigantes, un guaraguao que lo transporta, una especie de ninfa pre-pubescente que se hace Rocío (su nombre), un chorro de gente que vive parrandum infinitum, un niño cantor de fuertes tendencias homoeróticas y, finalmente, nuestro protagonista extraña a su familia…(whewww… que viaje, ¿no?) Yo me hubiese quedado allá, donde todo el año aparentemente es navidad.

Bueno, seguimos…

Por tanto, ¿qué hace de esta obra una digna de interés? (Pensándolo bien con la descripción previa no tiene que justificarse) Pues, precisamente, su adaptación al panorama folclórico de la isla, que lleva la intención de, entre otras cosas, destacar el valor de la familia, la fauna y la flora autóctona, como de reivindicar, a través del talento joven, nuestra música típica. No obstante, luce el hecho de que ninguna de estas funciones sociales—por así decirlo—estén sujetas a una representación panfletera ni evangelizante de los problemas planteados; sino que engranan orgánicamente con la trama de la historia. El guión es de Pedro Adorno, no lo había dicho, ¿verdad?

Volviendo a lo que había mencionado más arriba, en términos diegéticos, quizá la única falla en el esquema del viaje de Eco, es que carecía, en principio, de un derrotero claro; es decir, el personaje comienza a merodear sin rumbo ni ruta, y no se deslumbra aún el pretexto para su “regreso”. Quizá se deba a lo inmediato de la escena en el carro—cuyos excesivos cortes fueron bastante desesperantes (¿posible alusión a la desesperación en el tapón?)—en donde no queda claro si la malacrianza, motivación narrativa, es justificada o no--¿padres imponen la práctica del tiple o surge de la voluntad del niño? Pero claro, son meros caprichos míos como espectador.

Por lo demás, el filme ejecuta excelentemente elementos teatrales, utilizados en el cuento que esta siendo contado (vea la sinopsis en crack de arriba) por personajes que trascienden el mundo real de Andresito, cuyo elenco lo constituyen parte del grupo teatral Y no había luz… De más está recalcar el talento de estos muchachos y lo bien acoplada que está su participación en el filme. Dicho sea de paso, las intervenciones teatrales cumplen, creo, una doble función: por un lado, en términos estéticos estimula tanto la imaginación del protagonista como de los espectadores; por otro, en términos de producción, permite una alternativa creativa para algunas de las escenas quizá más difíciles de realizar en acción real, como lo es la escena del vuelo con el guaraguao (sinopsis on crack arriba).

Espero no pecar de “sobreanalizar”, pero son detalles importantes. Ya que continuamente somos victimas de productos cinematográficos puertorriqueños que, insistiendo emular jodios modelos joliwudenses, desaprovechan recursos valiosísimos—paisajes, jerga y gente fokin talentosa—con los cuales ya contamos en el patio y que nos proveen un sello distintivo en nuestra obra. En su lugar, se prefiere regurgitar malas imitaciones de productos extranjeros. (ok ya…)

Loas a la cinematografía de Gabriel Coss. Loas a la selección de música, a cargo de Omar Silva y Orlando Laureano. Loas al guión de Pedro Adorno. Ojo: no quiero que los dos pelagatos (¡estoy con ustedes!) que decidieron leer hasta esta parte de la reseña, interpreten que está es la última lata del desierto. Pero, ciertamente, en un desierto tan grande como la televisión telemunivirriqueña, Eco—que es en sí mismo un excelente producto—es mucho más que el Teem de nuestras papitas saladas.

En fin, mis más sinceras felicitaciones al equipo de Rojo Chiringa por el regalo a la televisión puertorriqueña. Ahora queda del público…

p.d. ¿Cuántos siguieron, al igual que yo, los re-runs noventosos de American Gladiator luego del especial? !!!TREMENDA PROGRAMACION!!!

http://www.youtube.com/watch?v=TE3RQhok7iI