miércoles, 25 de julio de 2012
Joint: Verano de Spike
Spike Lee se presentó el pasado 16 de Julio en la sucursal de Soho del Apple Store en New York. La tienda extrañamente se ha vuelto un espacio de gestión cultural y mueve una serie de encuentros titulados, Meet the filmakers. Dejo pendiente una reflexión acerca del lugar sospechosamente corporativo en el dialogo cultural de la ciudad para acercarme simplemente a la buena charla de Lee.
Entre iphones, ipads y macbooks el cineasta habló sobre su nueva película, obra de teatro en Broadway, nuevo documental y party a Michael Jackson. Luego de un hiato de cuatro años Spike vuelve con fuerza, prolífico y en la vena indie autogestionada con que empezó sus primeros trabajos en el cine.
El más reciente “Spike Lee Joint”, Red Hook Summer, continua las llamadas Crónicas de Brooklyn entre las cuales se encuentran Do the Right Thing (1989), Crooklyn (1994), Clockers (1995) y He Got Game (1998). Como esas otras películas Red Hook Summer parece ser un filme intimista enfocado en unos pocos personajes y un regreso de Lee a los temas sociales de la comunidad afro-norteamericana en New York (y al personaje de Mookie de Do the Right Thing). Según el cineasta el proyecto surgió de una conversación con el co-escritor de la película, James McBride, acerca del estado casi inexistente del cine negro en los Estados Unidos. Lee se decidió a co-escribir, producir y filmar rápidamente con pocos recursos-un millón de presupuesto; 16 días de filmación- en un esfuerzo titánico de auto financiación, promoción y distribución. Como en aquella primera She’s Gotta Have It (1986), el director retomó los valores radicales del cine independiente sabiendo que este tipo de historia no interesa a los grandes estudios.
(Es curioso y feliz ver los cartelitos de la película en el tren, los Delis y tiendas pequeñas de Bed-Stuy, Fort Green o Crown Heights, haciendo cómplices a todos los Brooklinianos de este evento cinematográfico).
Red Hook Summer cuenta la historia de un adolescente de clase media de Atlanta que es enviado por su madre a pasar un verano con el abuelo predicador en los projects de Red Hook. Al ser una narrativa contemporánea, y con el pretexto de la experiencia de shock en el personaje, Lee aborda temas complejos como la vida actual en los projects, la “gentrificación” de Brooklyn y el papel de la iglesia en las comunidades negras.
Pero este no es el único filme que esta trabajando Lee. Para el cumpleaños de Michael Jackson el director estrenará un documental acerca de la creación del disco Bad de 1987. Bad 25 promete ser una mirada interna al proceso de creación musical de Jackson en su momento cúspide, así como un homenaje a su legado. Spike, quien dirigió varios videos de MJ, se refirió al astro como un gran amigo y debió serlo por el fervor que le dedica todo el tiempo (su party Brooklyn Celebrates Michael Jackson se acerca, Agosto 25, y él esta bien excitado con ello). Los clips que mostró enaltecen tanto al mito como su lado más personal. Habrá mucho material visual inédito, home movies y una entrada a los archivos del cantante que grabó 60 demos para el disco. El documental cuenta con la bendición y colaboración del estado Michael Jackson y de seguro será una gozada para los amantes del Rey del pop, aunque dudo mucho que indague en los aspectos oscuros y controversiales que rodearon a la triste figura, o sea, nadie hablará de su cambio de color, cirugías plásticas, aparente pedofilia o obsesiones megalómanas todas ya presentes para el 87.
Como si dos pelis y un party masivo no fuera suficiente, Spike entrará por primera vez al mundo del teatro de Broadway con un “Storytelling Play” protagonizado por el ex campeón peso pesado Mike Tyson. La noticia sonó a extravagancia y antojo de resurrección pero ¿quién sabe?, Tyson mantuvo un profile muy activo en y fuera del ring durante los años noventa y las historias sobre boxeo duro, mordidas de oreja, tatuajes en la cara, cargos de violación y cárcel pueden definitivamente hacer una buena narrativa. Spike mencionó que están ensayando ocho horas al día y que el retirado boxeador se pone mejor y mejor llevando a Lee y a su equipo artístico a las lágrimas y risas.
La sesión con Lee terminó con un Q&A en donde el director abordó tímidamente el tema de la "gentrificación" defendiendo la necesidad de respeto, reconocimiento y consideración para con las comunidades ya históricas de Brooklyn. Se habló además del absurdo del Jesucristo blanco en las iglesias negras; sobre la diferencia obvia entre teatro y cine (carencia de edición y repetición de escenas); acerca de la posibilidad de hacer un biopic de Ali y sobre si los cineastas negros deben empezar casi de cero cada vez que realizan una película para ser parte del panorama cinematográfico norteamericano. Spike muy pragmático contestó que hay espacio para todo tipo de historia y lo importante es realizar los trabajos sin adentrarse demasiado en esas consideraciones.
En otras palabras: ¡A trabajar!
miércoles, 11 de julio de 2012
Un planeta llamado Flaherty
Nanook of the North, Dir. Robert Flaherty, 1922 |
Recientemente tuve la oportunidad de recibir un fellowship para asistir por segunda vez al Seminario Flaherty en Hamilton, New York, un espacio único para la discusión y estudio del cine documental. Robert Flaherty, como muchos sabrán, fue el director de clásicos como Nanook of the North (1922) y Moana (1926), cuyo lanzamiento dió pie a la creación del término documental –originalmente como adjetivo, luego como sustantivo- cuando John Grierson quiso describirla como un "tratamiento creativo de la actualidad".
Colgate University en Hamilton, NY |
El seminario fue iniciado y conceptualizado por la viuda de Flaherty, Frances, quien había sido su productora y la arquitecta de muchas de las ideas fundacionales de su trabajo. Actualmente consiste de una semana intensa de proyecciones y discusiones en la compañía de un grupo apasionado de cineastas, curadores, académicos, críticos, programadores y otros amantes del género. El escenario es el de un retiro bucólico, el itinerario es de 'boot camp' y las dinámicas son de campamento de verano para adultos. Los días se dividen en tres bloques intensos de películas, cada uno seguido por discusiones grupales junto a los directores de las piezas, aunque el proceso de análisis continúa por los comedores, dormitorios y hasta la barra nocturna que lubrica intercambios entre participantes.
El principio que guía este documaratón desde sus inicios y que lo distingue de casi cualquier otro en el mundo, es el de no preconcepciones. La fundación organizadora del seminario escoge un programador distinto cada año y éste escoge un tema central para la semana; esta es la única información disponible de antemano. Los títulos, cineastas, temas, estilos y demás no son revelados hasta que se apagan las luces en el teatro día tras día. Entonces se va creando orgánicamente un sentido de comunidad entre los seminaristas, que se lanzan ciegamente a la aventura y van tejiendo colectivamente ideas y conceptos sobre las piezas presentadas.
Josetxo Cerdán |
El programador del seminario este año fue el español Josetxo Cerdán, director artístico del Festival Internacional de Documental Punto de Vista en Navarra, un espacio valioso para cine independiente y experimental en España. Cerdán tituló el seminario de este año Open Wounds (Heridas abiertas), y tomó la oportunidad para explorar el potencial creativo de la encomienda. Flaherty provee un espacio como pocos otros para jugar con el arte de la curadoría, y Cerdán supo aprovecharlo con su selección, órden de proyecciones y hasta los títulos y canciones que colocó al principio de cada bloque.
Sería un atrevimiento -y quizás hasta bastante inútil- pretender resumir las temáticas y argumentos que nacieron a lo largo de esta semana, tras la presentación de 50 películas de 14 cineastas distintos. Lo importante es resaltar la manera en que el formato del Flaherty y la visión de Cerdán aprovecharon la oportunidad para crear una constelación de visiones, perspectivas y estilos entre los cuales cada uno fue libre de trazar conexiones distintas y emprender búsquedas variadas para profundizar nuestras concepciones del cine documental. Estas piezas, creadas en aislamiento y luego orquestradas como parte de una misma sinfonía, fueron capaces de retener el valor de sus propuestas originales y a la misma vez expandirse, relacionarse y desarrollar nuevos matices por el contexto de su presentación.
Discusiones en grupos pequeños |
Cada participante tuvo una experiencia distinta y habrá llegado a sus propias conclusiones, pero incluso aceptar y articular esto es parte escencial de la experiencia. No se trata de que el cine exista afuera de nosotros mismos, proyectado sobre una tela blanca, y que su significado o intención sea fácilmente identificable. El ejercicio primordial de la apreciación del cine debe ser identificar los espacios en que la pieza de arte se estrella contra nosotros mismos y nos confronta. En esos momentos de duda, reflexión, rechazo, encantamiento, confusión, revelación -o hasta encojonamiento- es donde yace el mayor potencial para alimentarnos del arte y entendernos mejor a nosotros mismos. Flaherty es una semana de provocaciones, un experimento social en la creación de ideas colectivas, un planeta extraño y maravilloso, y un estímulo para que pensemos y hagamos más y mejor al regresar al mundo real.
Para ver el listado completo de películas y directores presentados este año, visite flahertyseminar.org
miércoles, 4 de julio de 2012
La naranja descompuesta
Título: American Animal |
Género: Comedia-Drama | Duración: 93 minutos | Formato de Rodaje: 35mm |Formato
de Exhibición: 35mm | Director: Matt D'Elia | Distribuidor: Screen Media| Año:
2011
No hay por qué engañarse: de
burdas ensoñaciones está hecha la vida, para horror de horrores. Basta sólo con
una mirada cauta por el entorno para constatar lo que siempre temimos acerca de
nuestra condición innata: la creación es un engendro incomible. Aunque en estos
tiempos de salvajismo zombiapocalíptico ni el absurdo del hubris debe comprender un motivo lo suficientemente tenaz como para
seguir insistiendo a ladridos en el hecho de una bestialidad irredenta. Quizás de eso se trate. La verdadera paradoja de la carne es su inveterada miseria,
profundamente alojada en la plenitud soberana de su pocavergüenza. Por ello no
cabe duda que la artera puesta en escena de Matt D'Elia probará ser poco
efectiva en persuadir poco más de un puñado de devotos, y esto a pesar de su
inusitada genialidad. Con la creación de James, el actor-director ha dado vida a uno de los personajes más memorablemente aborrecibles en la historia del cine.
El hermetismo beckettiano de su tenue universo prácticamente ruega ser
-a lo menos- malentendido, y sin lugar a dudas, vilipendiado, a la espera permanente
del agravio del público, aguardando una reacción visceral con brazos abiertos, sonrisa de par en par y puñal en mano.
El inusual y fatídico bromance que narra el filme toma
como punto de partida la convivencia de dos compañeros de cuarto cuya
privilegiada rutina de inercia ociosa se torna en un idilio malogrado. Los dos jóvenes
que protagonizan el filme se dedican a representar la bizarría de sus fantasías
desde el confort de su lujosa atalaya neoyorquina, figurando una especie de
alegoría política sobre la alienación posmoderna. La yuxtaposición del Jimmy
que juega a ser actor y el James que sueña con las vivencias que dan contorno a
una autoría excitante sin la necesidad de salir de su apartamento establece un
contundente aun si extraño contrapunto a la saga del arquetípico trust fund baby -cuya dramatización
extrema en el filme hace de la burbuja de
soltería consentida que ambos habitan un auténtico hervidero del fracaso. A la vez que ocupa el rol de Jimmy,
D'Elia toma el mismo como directriz de un retroceso evolutivo que guía las
acciones del personaje, magnificando burlonamente el drama del titulamiento
sufrido por el niño engreído de papá y elevándolo al ámbito de lo sublime-ridículo.
La trama se desdobla en una subversión perversamente operática de la tragedia
griega. La intransigencia de su anti-héroe deriva de un egoísmo garrafal que
exacerbado por el padecimiento de una enfermedad terminal rechaza implacable la
inevitabilidad de un fin solitario, el cual procura desfigurar soliviantándose contra
la ética de trabajo del roommate
traidor, quien conspira en secreto para abandonar el nido del hastío
improductivo con la obtención de una práctica en una prestigiosa editorial
literaria. Sin embargo, las crudas artimañas de Jimmy complican la clara
identificación de un Judas en James; Jimmy es lo menos cercano que pueda haber a
una figura carismática. Y del mismo modo es su calidad de despreciable la que
nos cautiva. ¿O es que somos tan susceptibles al crudo manipuleo psicológico
como sus víctimas? Puede que como rapsodia de lo inhumano resulte incongruente
la caracterización del protagonista con nuestro resguardo de una moral
"racional".
Jimmy se obstina con ímpetu maquiavélico en mantener la
apariencia de anfitrión complaciente bajo el pretexto de una hospitalidad sin
límites. Claro, que a medida que comienza a revelársenos la perpetuidad de esta
proposición se atisba con mayor claridad la desesperación mesiánica de su
exponente. La fluctuación de la perspectiva moral en el guión refleja el subdesarrollo emocional de los
personajes, espejando la crisis del protagonista en un fraccionamiento intersubjetivo, que
genera fisuras en la figuración misma de sus personalidades, creando un yo
ideal (James), un objeto de deseo superficial (Blonde Angela) y un objeto de
seducción inasequible dadas sus constantes negativas (Not Blonde Angela), ésta última emblematizando el ennui de una apatía generacional, que
asume la enajenación misma como su modo de expresión.
La aria con que nos
arrulla el diablejo Jimmy necesariamente justifica su falta de consideración del porvenir ajeno como
práctica trascendental de amoralidad, aun cuando sólo nos muestra la
impulsividad de su carácter, signo que denota la verdadera tragedia de su vida:
la iteración obsesiva de un pathos
excepcionalista, patología que se entiende celebratoria y transgresora,
anunciándose como una nueva etapa en el desarrollo evolutivo humano. Según el
criterio que emplea a modo de afirmación, su irreverencia combativa encarna la
culminación de los esfuerzos de enriquecimiento de sus antepasados,
redefiniendo la acumulación de bienes como un afán de progreso espiritual, una
abundancia que logra su plenitud en la megalomanía. Al tenerlo todo, ya no necesita de nadie, abriendo
el camino para acogerse a la nada. Este ya no es el superhombre nietzscheano de
antaño, sino un clown que nos
reconforta con su sonrisa mientras nos asegura que las comodidades del mundo material
están a nuestra total disposición, a la vez que su lagrimita pintada se
escurre, salpicándonos ácidamente.
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