miércoles, 25 de junio de 2014

Díptico Jodorowsky

Alejandro Jodorowsky no hacía una película desde el 1990 (la difícil de conseguir The Rainbow Thief), pero esto en ninguna medida significa que el hombre ha estado en hiato. Un campeón de la creación artística, Jodorowsky ha publicado libros de todo tipo: novelas, fábulas, memorias, terapia psicomágica, descripciones del tarot, comics e incontables blog posts y tweets. Su producción es tan vasta que dudo haya alguien al día con todo.

Sin embargo se le extrañaba en el cine, sí. Fando y Lis (1968), El topo (1970), La montaña sagrada (1973) y Santa Sangre (1989) son joyas de culto, referencias indispensables del surrealismo latinoamericano. Cuando en el 2013 se dio a conocer su regreso al cine con el documental Jodowrosky’s Dune y su épica autobiográfica La danza de la realidad, la celebración fue notable, sobretodo por que ambas consiguieron distribución. El 2014 lo ha traído de nuevo a las salas pero debemos sacar las pinzas.
La más interesante de las dos es Jodorowsky’s Dune, el documental dirigido por Frank Pavich sobre la malograda adaptación al cine de la novela de Frank Herbert. Además del excéntrico Jodorowsky (todavía encantador con su inglés al garete), lo que resalta de esta historia de cine fallido es, probablemente, los implicados en el diseño de aquella mítica producción. De hecho, la inclusión paulatina de cada miembro de su equipo (en la tradición narrativa de Ocean’s Eleven), es lo que estructura y da momentum al documental de Pavich; una intriga meta-cinematográfica.

Luego del reconocimiento internacional de La montaña sagrada, el productor francés Michel Seydoux le da vía libre a Jodo para realizar la película que quiera y el chileno escoge el complejo clásico de ciencia ficción Dune. Su intensión era crear por medio del filme el equivalente a un viaje de LSD que abriera la conciencia de la audiencia; una peli sin precedentes. Para crear el universo interplanetario de Dune reclutó al dibujante Jean “Moebius” Giraud (quién se quedo colaborando con Jodorowsky hasta su muerte), H.R. Giger y Dan O’Bannon, un dream team indiscutible. Los diseños creados por estos tres maestros aún sobreviven en el libraco de pre producción que compaginaron y que se paseo por los estudios sin éxito. La película nos da la oportunidad de verlos y maravillarnos de la inventiva y visión adelantada de estos creadores. Para tormento de Jodorowsky, los magistrales diseños fueron “robados” o “re-interpretados” por muchísimas películas de los 70’s y 80’s, incluidas las sagas de Star Wars y Alien.
El elenco tentativo también tenía su encanto siendo los más destacados Orson Welles como un tirano espacial y Salvador Dalí como el Emperador del Universo. Reticentes al principio, a ambos los convenció por medio de trucos ingeniosos que le dan chispa cómica a la narración. Por último, y para que nos demos de cabeza con las posibilidades perdidas, Pink Floyd iba a componer la música.

Estoy seguro que miles de películas al año no pasan de la etapa de pre-producción y que vistas desde los ojos de sus realizadores casi todas tienen una potencialidad creativa que merita contarse (la obra frustrada de Terry Gillian, por ejemplo). Evidente fan de Jodo, Pavich hace un alegato de injusticia y se lamenta con su héroe de la terrible suerte que sufrió el filme. Aunque el entusiasmo de Jodorowsky es contagioso, el documental busca redimirlo como genio a toda costa con los testimonios de dos o tres apóstoles y proclamarlo padre del cine de ciencia ficción contemporáneo, sin adentrarse demasiado en las razones (gastos desmesurados, un director caótico, ¿hispano-fobia?, el alto contenido de violencia, sexualidad y “new age”), por las cuales un proyecto de este tipo no pudo ser logrado en el Hollywood de la época. Al menos Pavich le da su momento de vendernos el proyecto con un entretenido documental que lo pone de protagonista indiscutible y nos hace suspirar por lo que pudo ser.
Gracias a Jodorowsky’s Dune, el mencionado productor Seydoux se reunió por primera vez con Jodo desde aquellos crueles 70’s, resolvieron su enemistad silenciosa y se decidieron por colaborar de nuevo. Esta vez la película se realizó. Se trata de La danza de la realidad, filme de auto-ficción surrealista que narra tanto la sufrida niñez de Alejandro en el pueblo de Tocopilla, Chile, como la ardua transformación de Jaime, su padre, de tirano abusivo a hombre en paz con sus demonios.

Todos los ingredientes de su obra y obsesiones coinciden en el filme: los aforismos, los actos de psicomagia, el mundo grotesco del circo, la presencia de enanos, mutilados, prostitutas, travestis, proscritos, militares, revolucionarios, burgueses emperifollados, sexualidad violenta, desnudos, iconografía religiosa, tarot, procesiones y los animales realengos por doquier. Incluso tenemos a un Jodorowsky de 82 años que se sobre-impone en pantalla, enuncia quotes y toca de maneras extrañas a su “yo” niño. Se nota cierto deseo de que esta fuera su película “total”, sin embargo, mucho falla. El valor de shock se ha perdido. Lo que en los 60’s y 70’s resultó innovador ahora se siente anquilosado, repetitivo e indulgente. La narrativa da bandazos por todos lados sin decidirse nunca a tomarse la pausa para indagar. El director chileno siempre ha sido caprichoso y tangencial al construir sus historias, cierto, pero acá estos caprichos resultan en unas representaciones planas llenas de clichés (sobretodo y lamentablemente, al momento de retratar el quehacer revolucionario de la época); los episodios no cuajan o se dejan crudos, sin profundidad. Quiere abarcar tanto que termina desarrollando muy poco de los innumerables cuentos presentes.

Aunque la película ha sido comparada a la clásica Amarcord (1974) en su crónica de pueblo pequeño, las intenciones son diferentes. Federico Fellini realizó una película coral y ambiental, el pueblo entero es protagonista, hay un tránsito por las vidas de muchos, ese es su logro. Jodorowsky en vez se dedica a reiterar, al parecer uno por uno, los eventos de su niñez jodia. Tanto su padre, un machista stalinista, como el pueblo de Tocopilla se presentan como verdugos. La victimización del niño es rotunda. No quiero decir con esto que sus vivencias infantiles no hayan sido efectivamente dolorosas y traumáticas, sino que la representación de las mismas rayan en la sobreactuación. El valor terapéutico de la obra esta claro y es esencial para entender la propuesta del director, pero los gritos incesantes, el llanto histérico, el eterno canto operático de la madre, los temblequeos y miraditas de terror del niño, dejan las actuaciones en un registro exagerado sin variaciones de tono. Para los espectadores que no hablan español quizás esto no sea tan notable o problemático, de la misma manera en que no sabría como catalogar una actuación en japonés con sus característicos exabruptos por dar un ejemplo.
La segunda mitad dedicada a la travesía revolucionaria de Jaime y su transformación espiritual es la más lograda de la película. Los matices de esa “realidad” son más amplios y los episodios están más o menos concluidos. Brontis Jodorowsky haciendo de su abuelo es una presencia fuerte en esta parte y aunque errático dentro de la totalidad, logra sostener como actor la propuesta regada de su padre/director.

Hay que mencionar que en los lugares en los que se ha presentado, La danza de la realidad ha sido recibida con reseñas y críticas mayormente positivas. Algunas destacan las fallas que menciono en este escrito pero igual la consideran una película genial por su capacidad de revisar y hacer las paces con el pasado mediante estrategias imaginativas y fantasías poéticas. En este último aspecto coincido, eso nadie se lo puede quitar al maestro Jodorowsky.





miércoles, 18 de junio de 2014

El demonio y Lumet


El guión de Kelly Masterson, Before the Devil knows you’re dead, dirigido por Sidney Lumet en 2007, cuenta la historia de dos hermanos presionados por dificultades económicas para quienes toda solución es ya muy tarde. Andy, el mayor, un tipo poco atractivo, lleno de resentimiento contra el padre, ambicioso ejecutivo en Nueva York y adicto a la heroína, es un carácter potente que se impone sobre el hermano menor, el más atractivo pero pusilánime y menos exitoso profesionalmente, Hank. Es Andy quien planifica el crimen familiar que detona la tragedia: convencer a Hank de que robe la joyería de sus padres para vender los diamantes y salir de las apremiantes situaciones económicas que ahogan a ambos en el momento. Hank, aunque aterrado, acepta tanto por la presión que el hermano mayor ejerce sobre él, no sin una buena cantidad de mala conciencia, como por necesidad. Una hija preadolescente a quien él quiere dar una vida de clase media alta que realmente no puede sostener, y una ex esposa con quien la relación está totalmente quebrantada, reducida a discusiones agrias por la pensión retrasada, más una relación adúltera con la esposa de Andy, es la red que se teje alrededor de Hank. Andy, por su parte, ha estado robando dinero en su trabajo para mantener su adicción a la heroína y comprar, muy tarde, a una esposa a quien ya ha perdido. Pero una auditoría en la oficina está a punto de dar a pique con su pretendido éxito económico. El clima perfecto para una historia marcada por la fatalidad.

El asalto sale mal. No se suponía que la madre estuviera en la tienda ese día; no se suponía que Hank involucrase en el plan a otra persona para que llevara a cabo el asalto en su lugar, pero lo hizo, incapaz de asaltar a sus padres él mismo; no se suponía que el tipo que asaltó la tienda llevase más que una pistola de juguete, pero cuando la madre le disparó en defensa propia, la pistola del asaltante la mató a cambio; no se suponía que nadie más supiera, pero el tipo que Hank involucró le dijo a su esposa y a su cuñado sobre el crimen, y tras su muerte, ellos vinieron a cobrárselas a Hank; ni siquiera el cuidadoso Andy fue capaz de no dejar huella, porque demasiado confiado en que había dado con el crimen perfecto, y para poder comprar a Hank, fue donde el vendedor de diamantes, viejo conocido de la familia, para pedirle un adelanto de dos mil dólares a cambio de la promesa de una gran cantidad de diamantes pronto por llegar.

Probablemente la policía hubiese dado con Hank muy pronto, quien no fue lo suficientemente cuidadoso como para no usar su tarjeta de crédito al alquilar el carro que condujo para el asalto, para esconderse de las cámaras del sitio de alquiler de coche, y todavía menos cuidadoso de no dejar ningún objeto olvidado en el coche. Pero este hilo narrativo queda como una posibilidad interrumpida, porque antes que la policía es el padre quien investiga el crimen. El vendedor de diamantes ata los cabos y le revela la más perversa cara de su hijo mayor.

La trama le da un momento de reconocimiento trágico a los tres personajes principales. A Andy le tocan dos: primero, justo cuando todo se está hundiendo la esposa le revela su romance con Hank; luego, tras una serie de incidentes atropellados, Andy termina en el hospital respirando con máquinas y, no sin que antes sepa que su padre lo sabe todo, es asesinado por las mismas manos del padre traicionado. La participación de Hank en el crimen nunca se revela, pero el padre ha de haberla entendido, cuando al seguir a Andy en el caótico intento de fuga que lo llevará finalmente al hospital, ve que los dos hermanos andan juntos, claramente cómplices. Hank no se enfrenta con el padre, pero no se salva de la anagnórisis: justo cuando Andy recibe el disparo que lo lleva al hospital, estaba apretando el gatillo para matar al hermano menor, después de haberle dicho que sabía del romance que sostenía con su esposa. Hank, entonces, parado frente a la muerte y la mala conciencia, parado frente a frente a los ojos de su hermano hubiese querido morir a manos de Andy. Pero ni eso le salió bien. Sin duda el reconocimiento más brutal es el que sobrelleva el padre. Unos días antes de que terminara matando a su hijo mayor, justo después de enterrar a su esposa el padre se destruye en frente de Andy y le pide disculpas. Esas disculpas que piden a veces los padres arrepentidos por su papel, conscientes de que los hijos están llenos de resentimiento y de que, a estas alturas del partido, es ya muy tarde. Es muy tarde, dice Andy en el carro de vuelta a casa, durante un quiebre nervioso en frente de su esposa, que no entiende nada y es incapaz de conmoverse ante un esposo por quien no se siente ni amada ni deseada. Pero el padre sólo entiende que es muy tarde cuando se entera del crimen, matricidio real y patricidio simbólico.  

La anagnórisis, el elemento central de la tragedia clásica, es magistralmente empleada en este guión con tres “héroes.” La trama compleja y fatal los envuelve a todos, pero a cada uno de manera distinta. Andy comienza a mover los hilos del crimen pensando que mediante éste logrará salvar su matrimonio. Pero no sabe que su matrimonio está ya perdido, y justo en manos del hermano que intenta usar como instrumento para salvarse. Hank, por su parte, acepta la oferta para dejar de ser un perdedor en los ojos de todos, pero es precisamente su carácter pusilánime lo que hace que todo salga mal. El padre quiere saber quién era el responsable por la muerte de su esposa, pero no sabía que la verdad sería imposible de soportar. Mientras todos creen estar buscando una solución para sus problemas, lo que se revela es que el demonio ya se les había adelantado.

Aunque hemos visto muchas películas que juegan con este tipo de tramas enredadas que envuelven irremediablemente a los personajes en un remolino de eventos fatales, que los arrojan en una caída libre siempre hacia peor, el guión de Masterson logra interesarnos por su inteligencia. La trama que avanza con movimientos rápidos hacia su fatal desenlace, encuentra un ritmo más retrasado e interesante por los quiebres cronológicos de la narración, que van constantemente hacia atrás y hacia adelante. Aunque todos esperamos el momento fatal en que el crimen se sepa, la trama nos distrae un poco con la posibilidad de que sea la policía la que descubra y Hank el descubierto. Además de las circunstancias presentes, que son las que llevan de manera más directa a los hermanos a enredarse en el crimen familiar, el guión nos da suficientes entradas a la psicología de los personajes, que nos presentan con una realidad más compleja que la inmediata presión económica. Todas las posiciones “heroicas” se relativizan, cuando deja de ser claro quién está traicionando a quién. En cambio, los antihéroes se multiplican. El guión gana además por la inteligencia fílmica de Lumet, por la cámara simple y cruda, por la calidad de las actuaciones y la sutileza de la música. Nada sobra, pero el filme no carece de pequeños detalles que sorprenden, lo hacen más creíble y por tanto más conmovedor, y más humorístico también: el ridículo disfraz de Hank el día del asalto, la escena del coche entrando en el carwash, su torpeza tratando de borrar las huellas dactilares, la hija queriendo ir a The Lion Kingdom, Andy dándole dinero a su esposa para el taxi justo cuando lo está abandonando y tras haberle revelado su relación con Hank, el padre desesperando en el teléfono con los burócratas de la policía, etc. Mi única crítica es que, con toda su inteligencia, la película cae todavía en el estereotipo de los latinos, con los personaje de la esposa y el cuñado del cómplice asesinado en el asalto retratados de manera bastante risible.     

miércoles, 4 de junio de 2014

XVII Festival Cine Las Américas (Austin, 22-27 de abril, 2014)


Este año, entre el 22 y 27 de abril, Austin acogió una vez más el Festival Cine Las Américas. Un total de 63 largometrajes y 81 cortometrajes de más de treinta países compusieron la cartelera de los seis días. De aquel abanico de posibilidades, mi limitado itinerario es solo una ruta en lo que el encuentro fue y una muestra de la creciente calidad de este festival que, como afirmó su organizador Eugenio del Bosque, resulta alternativo entre tantos mega-festivales de la ciudad al traer a Austin películas de otras latitudes y de otros imaginarios que en su mayoría no llegan a las carteleras en Estados Unidos. Me enfocaré aquí solo en algunas películas, algo de cada día del festival que por diversas razones se quedó un poco más tiempo conmigo, asumiendo la imposibilidad de abarcar la diversidad de historias y estéticas presentadas en Cine Las Américas.
            La apertura del festival tuvo lugar en el Marchesa Hall & Theatre. Con casa llena, se presentó la película mexicana "Tercera Llamada", dirigida por Francisco Franco, en presencia de una de las actrices principales, Rebecca Jones. La trama de la película gira en torno a los contratiempos y dramas de una compañía de teatro y su montaje de la obra de Albert Camus, "Calígula". Una comedia ligera en la que el humor se sostiene en personajes tipo superficiales–premisa que se presenta desde el trailer de la película. El guion recurre a este tipo de humor de manera excesiva, tal vez como forma de mantener la atención ante la falta de narrativa. En realidad, ¿cuánto de profundidad puede tener la historia de un montaje que no se interna en la construcción de sus personajes? Pues, no mucha. Tercera llamada fue el toque blockbuster de Cine Las Américas y cumplió con ser una apertura bastante amigable y social para el público.
           Del segundo día del festival me quedé con los riesgos y sorpresas de la película argentina "Mujer conejo" de Verónica Chen. La historia transcurre en el barrio chino en Buenos Aires donde la protagonista Ana–de ascendencia china lejana–trabaja como parte del equipo de habilitaciones del gobierno porteño. Ana poco a poco va descubriendo los sistemas de explotación y abuso, la corrupción y la xenofobia que envuelven la migración china a Buenos Aires. "Mujer conejo" es una película que atrae por ser algo fuera de lo común: un largometraje que incorpora elementos narrativos del drama y del thriller mientras interpola una historia de fantasía animada. Chen se arriesga a contar una historia diferente al abordar la migración china en Argentina a través de un personaje de una identidad tan compleja como Ana–china para algunos, argentina para otros, ella misma cercana y distante con relación a los dos mundos. El riesgo también radica en la combinación original de medios audiovisuales y narrativos. Sin embargo, el argumento sobre la migración china que crea la película, especialmente a través de la historia de fantasía intercalada que construye una analogía entre la migración china y una plaga de conejos mutantes, le resta la complejidad a la historia que rodea a Ana y a ratos parece alimentar una lectura superficial del movimiento migratorio. El personaje de Ana es de una complejidad cautivadora–en su relación con lo argentino, con lo chino, en su relaciones sentimentales–sin embargo, la animación, recurso que llama por su originalidad, no está al mismo nivel de calidad visual y narrativa que la otra historia e inclusive inyecta ciertas conexiones que aparecen forzadas y no tan bien logradas.


            El jueves se proyectó la película peruana "El limpiador" de Adrián Saba. En esta ópera prima, Saba nos lleva a una Lima gris, una Lima con tintes post-apocalípticos. Una epidemia que no ataca a niños azota la capital peruana y permite el encuentro de un limpiador forense–un hombre que esteriliza los lugares donde aparecen las víctimas–con un niño que perdió a su madre por la epidemia. La relación entre ambos, Eusebio y Joaquín, se aborda con una sutileza magistral, que se complementa con la brillante actuación de Víctor Prada y Adrián du Bois. Aunque la película es un drama de ciencia ficción construido alrededor de esta epidemia sin antecedentes ni explicaciones, del guion se aísla todo aquello que pueda resultar caótico o acechante del escenario para privilegiar el vínculo que se va construyendo entre ambos personajes disímiles. Este acierto narrativo, se complementa con una fotografía que recurre a planos largos que revelan el vacío de la ciudad y el nivel de reclusión de sus habitantes y los contrapone a aquellos en los que como audiencia podemos entrar de manera íntima en la relación entre Eusebio y Joaquín. El limpiador fue para mí una historia inusual y una película en la que los aspectos visuales y cada detalle de las tomas hicieron un sorprendente click para acercarse a estos personajes que detrás de sus silencios esconden todo un mundo que empieza a ser revelado con un minimalismo sugestivo.

            El viernes fue para el documental y, coincidiendo con los premios de la audiencia de Cine Las Américas, mi favorito fue "Roque Dalton, ¡fusilemos la noche!" de Tina Leisch, una co-producción de Austria, El Salvador y Cuba sobre el reconocido poeta y militante de izquierda salvadoreño. De entrada, el andamiaje del documental me recordó los versos de Dalton, "Cuando sepas que he muerto no pronuncies mi nombre/ porque se detendrán la muerte y el reposo". El documental aparece como un llamado al poeta, llamado en el que la audiencia recoge sus pasos y viaja con fotografías suyas de tamaño real a descubrir la vida de Dalton en El Salvador, en Praga, en Cuba, en los diferentes espacios de su vida personal, de su militancia política y de su quehacer literario. La vida de Roque Dalton se recrea a través de testimonios de sus allegados­–parientes, amigos, amores, compañeros de lucha–pero también a través de sus poemas leídos por diferentes personas a lo largo del documental, lo que lo dota de una poética particular que expande más los escenarios en los que Dalton aparece. Leisch construye un gran homenaje a lo que Roque Dalton fue para la historia política y literaria del El Salvador y Latinoamérica, pero también presenta un recordatorio de la historia de impunidad de la guerras civiles centroamericanas de la cual el poeta salvadoreño sigue siendo una de sus víctimas.


            En el penúltimo día del festival, me impresionó el largometraje chileno "Las niñas Quispe", escrita y dirigida por Sebastián Sepúlveda. La película está basada en una historia real ocurrida en 1974 en el altiplano chileno. En ella tres hermanas, Justa, Lucía y Luciana, al recibir noticias de una nueva ley impulsada por el gobierno dictatorial de Pinochet que afectaría su estilo de vida dedicado a pastorear cabras deciden tomar una decisión trágica que dignifique su vida: el suicidio. Gran parte del guion, como explicó Sepúlveda en el conversatorio después de la proyección, está basada en lo que se conoce popularmente de la historia y en la obra de teatro "Las brutas" que escribió Juan Radrigán sobre los hechos. Sepúlveda lleva la historia más allá, al altiplano mismo, de ahí que la imaginación con la que se fue recreando–e inventando–la vida de las hermanas narrativa y visualmente sea el gran acierto de la película. Una temática que está en diálogo con otras películas chilenas como "El chacal de Nahueltoro" y que es conjugada con una exploración sobre la humanidad y una cinematografía que evoca la estética de los cuentos de Rulfo sobre el campo mexicano, hacen que la historia se desenvuelva con la lentitud necesaria para abarcar los distintos niveles complejidad del hecho trágico. Sepúlveda, apoyado en la verosimilitud que le da a la película la brillante actuación de Digna Quispe, sobrina de las hermanas, completa la historia a través de silencios y planos generales que reflejan la soledad del altiplano, la grandeza de su naturaleza, el aislamiento de sus habitantes y a través de una mirada íntima a la vida de las hermanas que permite entender la dignidad del acto final.


            Pelo Malo, de la directora venezolana Mariana Rondón, cerró el festival el día domingo y puso el broche de oro a la selección de este año. Junior, un niño que vive con su madre y su hermano de meses, tiene el pelo rizado, mal llamado "pelo malo". Para la foto del colegio quiere alisarse el pelo y vestirse de cantante, aunque su madre quiere que salga de soldado. La trama desenvuelve varios temas elaborando una historia que explora la construcción de nuestras visiones de belleza, de masculinidad, de maternidad, entre otras cosas, principalmente en torno a la relación madre-hijo. La diversidad de niveles subjetivos de la historia se transmite gracias al desarrollo profundo de los personajes principales, sostenido en las brillantes actuaciones de Samantha Castillo y Samuel Lange Zambrano. La fotografía de Pelo Malo enfatiza la introspección, pero también las relaciones intersubjetivas a través de las miradas: de afecto, de reprobación, de exploración. Pelo Malo es también una película sobre el crecimiento y sobre el papel que la represión juega en él. En ella, Rondón nos presenta una invitación a cuestionar normas y mitos, a cuestionar la visión idealizada de la maternidad, a sufrir con Junior aquellos traumas de querer ser y no poder. Sin duda, un excelente final para Cine Las Américas.


            Este año Cine Las Américas añadió a su oferta una proyección especial de las películas de Efraín Gutiérrez: "Please, Don't Bury Me Alive", "Amor chicano es para siempre" y "Run, Tecato, Run". Seguidas de un conversatorio con el director, las presentaciones fueron una oportunidad única para ver los albores del cine chicano en Texas y para dialogar con Gutiérrez sobre una parte de esta historia del cine en el estado. Un acierto de la producción del Festival para complementar la sección Hecho en Tejas y conectar este archivo en construcción con algunas de las primeras películas del cine chicano independiente.


            Muchas otras películas, algunas galardonadas dentro del festival como la colombiana Mateo y el documental peruano Sigo siendo fueron algunas pérdidas para quien escribe y quedan en la lista de los pendientes que Cine Las Américas genera. Después de todo, el trabajo de Cine Las Américas va a ser siempre ese de ser un acertado aliado en la distribución de las nuevas producciones del cine iberoamericano.