miércoles, 15 de mayo de 2013

Tres películas del XIV Havana Film Festival, New York


Cuando me acerqué al cine Quad en el Village, sede principal del Havana Film Festival, New York, (festival que ya va por su XIV edición), me encontré con una oferta rica de películas latinoamericanas actuales, cosa paradójicamente difícil de encontrar en una ciudad llena de hispanohablantes. Salvo por Almodóvar, las distribuidoras no están interesadas para nada en el cine hecho en español. Oportunidades como esta no se pueden desperdiciar.

El Havana Fest ofrece constantes conversatorios- en casi todas las tandas-con directores, actores y productores; screenings en varios venues; fiestas y una audiencia entusiasta con el oasis cinéfilo.

De la amplia selección logré ver cinco películas. Pero para este escrito he decidido hablar de las tres que más me impactaron:


Un mundo secreto

México, 2012. Escrita y dirigida por Gabriel Mariño


Este filme pertenece a la onda lacónica del reciente cine latinoamericano que ha extirpado el diálogo al mínimo, preocupándose más por retratar instantes cotidianos de personajes con mundos internos difíciles. La película es tanto una excursión a los espirales psicológicos de María, la solitaria protagonista adolescente, como una excursión/road movie al norte, desde Ciudad México hasta Baja California.

Utilizando paradigmas del movimiento romántico del siglo XIX, el paisaje es un espejo del alma del personaje. No es casualidad que el camino que nos propone comience por la congestionada urbe, pase por varios pueblitos desmoronados, el desolado desierto y termine en la refrescante costa. Así mismo es el viaje de auto descubrimiento de la jovencita: una chica apática pero de imaginación desbordada que decide escaparse de casa.

A pesar de su timidez e incapacidad de establecer relaciones significativas, María es un imán, la mayor parte de las veces sexual, para los que la rodean. Aunque quizás tenga las hormonas calientes, el sexo para ella lejos de crear lazos de intimidad es una actividad tanto compulsiva como tediosa.

Ya que para María, chica de clase media, el viaje al norte es un viaje de redención interna, Mariño aprovecha para comentar sobre otros viajeros que realizan la misma travesía por motivos económicos. Sus efímeros compañeros de viaje, sobretodo el indígena Juan, le muestran un trato más humano, amoroso y solidario del que ella conoce aunque no menos desesperado.

Con la información mínima que nos da la película es difícil establecer una genealogía de sus conflictos psico-sexuales. Mariño no busca adentrarse en ello, sino utilizar una estructura psíquica que acentúe la poesía de la imagen. El fuerte de la narrativa es su fotografía y unas actuaciones comedidas. En muchas escenas cobra más significación lo que se omite en el encuadre o la duración de este. El escogido visual es delicado y cuidado y es desde esta técnica que logra sus mayores efectos.

Sibila
Chile/España, 2012. Dirigida por Teresa Arredondo


El filme de Teresa Arredondo funciona como un enlace entre el documental político y el cine auto-confesional en donde el investigador es tan importante como el sujeto de su investigación. Aunque el foco del documental parecería ser Sibila Arredondo, viuda del escritor José María Arguelles, es Teresa en calidad de sobrina de Sibila la que mueve el filme. “Yo tenía 7 años y el silencio protector de mis padres ayudó a que su figura se convirtiera en un gran misterio en mi vida.” (Sinopsis de la cineasta)

Sibila fue encarcelada durante 15 años bajo alegaciones de terrorismo por su implicación con el grupo Sendero Luminoso de Perú. En gran medida Arredondo limita su campo de observación al círculo familiar. El motor de la investigación es un deseo psicoanalítico de explorar el trauma encarnado en la figura de Sibila, y adquirir en el presente una consciencia de sí misma, de su familia e incluso de la historia revolucionaria radical de Perú.

Las entrevistas a distintos miembros de la familia son intensas y cargadas de emociones fuertes y conflictivas. Se nota que es un tema tabú para todos los miembros. Su familia pertenece a la izquierda intelectual y las conversaciones son muy lúcidas en cuanto a explicar procesos históricos e ideologías complejas. El tranque para todos sucede a nivel emocional. La inflexión radical de Sibila es una herida abierta todavía.

El punto climático del documental es la entrevista con Sibila quien ahora reside en Francia. El documental logra humanizar a esta mujer demonizada por el gobierno y la prensa peruana. Los momentos cotidianos entre tía y sobrina son muy hermosos y hasta cómicos.

Hacia el final ocurre un duelo político entre ambas. Teresa sale mal parada ya que lamentablemente no esta a la altura de la discusión y recurre a lugares comunes y retóricas simplonas acerca del terrorismo. Sibila le debate los planteamientos fácilmente. Peor aún, se le ve las costuras y nos percatamos que esta buscando apologías oficiales de la mujer (por los actos de Sendero Luminoso) en vez de intentar comprender o simplemente escuchar sus planteamientos.

Al menos con honestidad el documental afirma el impasse y la incapacidad de Arredondo de dilucidar los muchos tonos grises en el espectro político que se discute. Incluso quizás sin quererlo muestra lo insignificante del trauma familiar frente a la magnitud de los hechos históricos. Este es un logro que redime unos últimos minutos muy mal llevados.

Paisajes devorados
Argentina, 2012. Escrita y dirigida por Eliseo Subiela

Esta película del reconocido Eliseo Subiela, director argentino de Un hombre mirando al sureste (1986) o del díptico El lado oscuro del corazón (1992/2001) utiliza dos premisas principales. La primera tiene que ver con los dilemas meta-cinematográficos de construir un documental y la segunda con el retrato de un genio loco en un asilo siquiátrico.

Unos estudiantes de cine se instalan en un hospital mental para entrevistar a Remoro Barroso un viejo director de los cincuenta y tempranos sesentas que terminó fulminado mentalmente por su excesiva creatividad como cineasta, o quizás por matar a una de sus actrices. Nadie sabe en realidad. No hay archivos, copias de películas, ni datos en los periódicos o el Internet.

Las fronteras en la cabeza de Remoro entre memoria, realidad y fantasía son frágiles y de poco fiar aunque no por esto deja de ser un señor carismático con muchas lecciones de vida y de cine que enseñarle a los jóvenes estudiantes. En un principio el pasado borroso resulta problemático para poder montar un documental basado en hechos que se puedan corroborar pero los chicos abandonan rápidamente esta intención y se deciden por hacer un perfil de la persona que tienen al frente, sea quien sea.

El antiguo director cual Antonin Artaud, el loco surrealista, les abre las puertas a la creatividad intuitiva y a un estudio poético del medio fílmico. Ellos a su vez le despiertan el lumen a Rómulo y este empieza a grabar escenas extrañísimas en la vena de Alejandro Jodorowsky.

Así se mueve la película como una celebración a la creación cinematográfica y a la vida poética. La locura es un catalizador para todos aunque también tiene unas consecuencias terribles de aislamiento e incomprensión.

Aunque los estudiantes documentalistas y su meta proyecto le brindan la estructura al filme, es Remoro (interpretado por el tótem del cine argentino, Fernando Birri), el gran centro de atención. La película es un vehículo para la actuación de Birri y la escritura filosófico-poética de Subiela.

El director quien estuvo en la sala para contestar preguntas mencionó que este filme pequeño se financió con sólo 60 mil dólares, se filmó en tres semanas y fue trabajado con un equipo de estudiantes de la escuela de cine que dirige en la Argentina. Efectivamente la idea era una colaboración-homenaje a Birri y una manera de condensar muchas de las ideas de ambos sobre el cine y la pedagogía.

Un aspecto de la conversación con Subiela me parece muy pertinente para concebir el estado del cine latinoamericano actual. El presupuesto de una sola película de cine independiente en Estados Unidos, unos cuantos millones, es el equivalente a la producción entera de un año en cualquiera de nuestros países. Directores consagrados como Subiela se pasan años tocando puertas para lograr la financiación de un solo proyecto. Luego de terminado requieren del circuito de festivales para el acceso a una audiencia. Muy pocas logran la distribución deseada y se quedan en unas cuantas proyecciones.

No me parece raro que luego de años largos en esta situación se empiece a pensar en la locura y el absurdo de hacer cine. Hace todo el sentido del mundo.

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